Donativo
Nuestro sitio web aún no está totalmente disponible en español y algunos enlaces se dirigen a contenidos en inglés. Para recibir una notificación cuando se lance el sitio completo en español, regístrese aquí.
Trastornos alimenticios

Cómo ayudar a alguien con un trastorno alimenticio

¿Le preocupa que alguien que conoce padezca anorexia, bulimia u otro trastorno alimenticio? Estos consejos pueden ayudarle a apoyar a su hijo, familiar o amigo.

Cómo entender el trastorno alimenticio de su ser querido

Los trastornos alimenticios implican alteraciones extremas de los comportamientos alimenticios: seguir dietas rígidas, darse atracones de comida a escondidas, vomitar después de las comidas, contar las calorías obsesivamente. No es fácil ver cómo alguien a quien aprecia daña su salud, sobre todo cuando la solución parece, al menos vista desde afuera, muy fácil. Pero los trastornos alimenticios son algo más complicado que unos simples hábitos alimenticios poco saludables. En el fondo, son intentos por afrontar los problemas emocionales e implican actitudes distorsionadas y autocríticas sobre el peso, la comida y la imagen corporal. Son estos pensamientos y sentimientos negativos los que alimentan los comportamientos dañinos.

Las personas con trastornos alimenticios utilizan la comida para lidiar con las emociones incómodas o dolorosas. La comida se restringe para sentir que se tiene el control. Comer en exceso calma temporalmente la tristeza, la ira o la soledad. La purga se utiliza para combatir los sentimientos de impotencia y autodesprecio. Con el tiempo, las personas con un trastorno alimenticio pierden la capacidad de verse a sí mismas objetivamente y la obsesión por la comida y el peso llega a dominar todo lo demás en sus vidas. Su camino hacia la recuperación comienza identificando los problemas subyacentes que impulsan su trastorno alimenticio y encontrando formas más sanas de afrontar el dolor emocional.

Aunque no puede obligar a una persona con un trastorno alimenticio a cambiar, puede ofrecerle su apoyo y animarla a recibir tratamiento. Y eso puede hacer una gran diferencia en la recuperación de su ser querido.

Hable con un terapeuta certificado

BetterHelp es un servicio de terapia en línea que le conecta con terapeutas acreditados y certificados que pueden ayudarle con la depresión, la ansiedad, las relaciones y más. Realice la evaluación y póngase en contacto con un terapeuta en tan solo 48 horas.

Realice la evaluación HelpGuide es un apoyo para el usuario. Ganamos una comisión si se registra en los servicios de BetterHelp después de hacer clic en este sitio. Obtenga más información

Tipos de trastornos alimenticios

Los trastornos alimenticios más comunes son:

Anorexia. Las personas con anorexia soportan el hambre por un miedo intenso a engordar. A pesar de tener un peso bajo o estar incluso demacradas, nunca creen que están lo suficientemente delgadas. Además de restringir las calorías, las personas con anorexia también pueden controlar su peso con ejercicio, pastillas para bajar de peso o purgas.

Bulimia. La bulimia implica un ciclo destructivo de atracones y purgas. Después de un episodio de atracones fuera de control, las personas con bulimia toman medidas drásticas para purgarse de las calorías extra. Para evitar subir de peso vomitan, hacen ejercicio en exceso, ayunan o toman laxantes.

Trastorno por atracón. Las personas con trastorno por atracón comen en exceso de forma compulsiva, consumiendo rápidamente miles de calorías en un corto periodo de tiempo. A pesar de los sentimientos de culpa y vergüenza por estos atracones a escondidas, se sienten incapaces de controlar su comportamiento o de dejar de comer incluso cuando están incómodamente llenos.

Mitos y realidades sobre los trastornos alimenticios
Mito 1: para padecer un trastorno alimenticio, hay que tener un peso bajo.

Realidad: las personas con trastornos alimenticios tienen todo tipo de formas y tamaños. Muchas personas con trastornos alimenticios tienen un peso promedio o sobrepeso.

Mito 2: los trastornos alimenticios solamente afectan a las adolescentes y a las mujeres jóvenes.

Realidad: aunque los trastornos alimenticios son más frecuentes en mujeres jóvenes durante la adolescencia y a principios de los veinte, se presentan en hombres y mujeres de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores.

Mito 3: las personas con trastornos alimenticios son vanidosas.

Realidad: no es la vanidad lo que lleva a las personas con trastornos alimenticios a seguir dietas extremas y obsesionarse con su cuerpo, sino un intento de lidiar con sentimientos incómodos.

Mito 4: los trastornos alimenticios no son realmente tan peligrosos.

Realidad: los trastornos alimenticios son enfermedades graves que causan daños tanto físicos como emocionales. Todos los trastornos alimenticios pueden provocar problemas de salud irreversibles e incluso mortales, como enfermedades cardiacas, pérdida ósea, retraso del crecimiento, infertilidad y daños renales.

Señales de alarma de un trastorno alimenticio

Muchas personas se preocupan por su peso, lo que comen y su apariencia. Esto es especialmente cierto en el caso de los adolescentes y los adultos jóvenes, quienes se enfrentan a una presión adicional para encajar y verse atractivos en un momento en el que sus cuerpos están cambiando. Por lo tanto, puede ser difícil distinguir entre un trastorno alimenticio y las dudas y preocupaciones normales por el peso o las dietas. Para complicar aún más las cosas, las personas con un trastorno alimenticio suelen hacer todo lo posible por esconder el problema. Sin embargo, existen señales de alarma que puede identificar. Además, a medida que los trastornos alimenticios avanzan, las señales de alarma son más fáciles de detectar.

Restringir la comida o hacer dieta

  • Poner excusas para evitar comer o situaciones que impliquen comida (por ejemplo, han comido mucho antes, no tienen hambre o tienen malestar estomacal)
  • Comer solo pequeñas porciones o alimentos específicos bajos en calorías y, con frecuencia, prohibir categorías enteras de alimentos, como los carbohidratos y las grasas comestibles
  • Contar obsesivamente las calorías, leer las etiquetas de los alimentos y pesar las porciones
  • Desarrollar rituales alimenticios restrictivos, como comer los alimentos en determinado orden, reorganizar la comida en el plato, cortar o masticar en exceso
  • Tomar pastillas para bajar de peso; estimulantes recetados, como Adderall o Ritalin, o incluso drogas ilegales, como las anfetaminas (speed, cristal, etc.)

Darse atracones

  • Desaparición inexplicable de grandes cantidades de comida en cortos periodos de tiempo
  • Muchos envases y envolturas de comida vacíos, generalmente escondidos en el fondo de la basura
  • Acumular y esconder reservas de alimentos altos en calorías, como comida chatarra y dulces
  • Secretismo y aislamiento, pueden comer normalmente cerca de otras personas, solo para darse un atracón a altas horas de la noche o en un lugar privado donde no los encuentren ni los molesten

Purgarse

  • Desaparecer justo después de comer o ir mucho al baño
  • Ducharse, tomar un baño o dejar corriendo el agua después de comer para disimular el sonido de la purga
  • Utilizar cantidades excesivas de enjuague bucal, mentas para el aliento o perfume para disimular el olor a vómito
  • Usar laxantes, diuréticos o enemas
  • Periodos de ayuno o de ejercicio intenso y compulsivo, especialmente después de comer
  • Quejas frecuentes por dolor de garganta, malestar estomacal, diarrea o estreñimiento
  • Dientes descoloridos

Imagen corporal distorsionada y apariencia alterada

  • Preocupación extrema por el cuerpo o el peso (por ejemplo, pesarse constantemente, pasar mucho tiempo frente al espejo revisando y criticando su cuerpo)
  • Pérdida significativa de peso, aumento rápido de peso o fluctuación constante del peso
  • Comentarios frecuentes sobre sentirse gordo o con sobrepeso, o sobre el miedo a engordar
  • Usar ropa holgada o varias capas en un intento de ocultar el peso

¿Está preocupado por alguien? ¡Alce la voz!

Si nota las señales de alarma de un trastorno alimenticio en un amigo o familiar, es importante que diga algo. Es posible que tenga miedo de equivocarse, de decir algo incorrecto o de alejar a la persona. Sin embargo, es importante que no deje que estas preocupaciones le impidan expresar sus inquietudes.

Generalmente, las personas con trastornos alimenticios tienen miedo de pedir ayuda. Algunas de ellas están luchando tanto como usted para encontrar la manera de iniciar una conversación sobre su problema, mientras que otras tienen una autoestima tan baja que simplemente no creen que se merezcan ninguna ayuda. Independientemente del caso, los trastornos alimenticios empeoran sin tratamiento, y los daños físicos y emocionales pueden ser graves. Cuanto antes empiece a ayudar, mayores serán las posibilidades de recuperación de la persona. Aunque no se puede obligar a alguien con un trastorno alimenticio a mejorar, tener relaciones de apoyo es vital para su recuperación. Su amor y su apoyo pueden marcar la diferencia.

Cómo hablar con alguien sobre su trastorno alimenticio

La decisión de hacer un cambio rara vez es fácil para alguien con un trastorno alimenticio. Si el trastorno alimenticio ha dejado a una persona desnutrida, puede distorsionar su forma de pensar sobre su cuerpo, el mundo que la rodea e incluso sobre sus razones para intentar ayudarla. Bombardear a una persona con advertencias catastróficas sobre las consecuencias para la salud de su trastorno alimenticio o intentar intimidarla para que coma con normalidad, probablemente no funcione. Generalmente, los trastornos alimenticios tienen un papel importante en la vida de la persona, son una forma de afrontar emociones desagradables, por lo que la atracción puede ser fuerte. Dado que es posible que se encuentre con una actitud defensiva o de negación, tendrá que andarse con cuidado al abordar el tema.

Elija un buen momento. Elija un momento en el que pueda hablar con la persona en privado, sin distracciones ni limitaciones. Es mejor evitar detenerse a la mitad de la conversación para atender otras obligaciones. También es importante tener la conversación en un momento de calma emocional. No intente tener esta conversación justo después de una pelea.

Explique por qué le preocupa. Tenga cuidado y evite sermonear o criticar, ya que esto solo hará que su ser querido se ponga a la defensiva. En lugar de eso, refiérase a situaciones y comportamientos concretos que haya notado y diga por qué le preocupan. Su objetivo en este punto no es ofrecer soluciones, sino expresar su preocupación por la salud de la persona, lo mucho que la ama y su deseo de ayudar.

Esté preparado para que la persona lo niegue y se resista. Es muy probable que su ser querido niegue tener un trastorno alimenticio o que se enoje y se ponga a la defensiva. Si esto sucede, intente mantener la calma, la concentración y el respeto. Recuerde que es probable que esta conversación se sienta muy intimidante para alguien con un trastorno alimenticio. No se lo tome personal.

Pregunte si la persona tiene razones para querer cambiar. Incluso si su ser querido no tiene deseo de cambiar por sí mismo, es posible que quiera cambiar por otras razones: para complacer a alguien a quien ama, o para volver a la escuela o al trabajo, por ejemplo. Lo único que realmente importa es que esté dispuesto a buscar ayuda.

Sea paciente y comprensivo. No se rinda si la persona lo rechaza al principio. Es posible que tenga que pasar algún tiempo antes de que esté dispuesta a abrirse y admitir que tiene un problema. Lo importante es abrir la comunicación. Si la persona está dispuesta a hablar, escúchela sin juzgarla, por muy fuera de sí que parezca. Deje claro que le importa, que cree en ella y que, cuando esté lista, usted estará ahí para lo que necesite.

Qué no hacer

Evite dar ultimátums. A no ser que se trate de un menor de edad, no se puede obligar a nadie a someterse a ningún tratamiento. La decisión de cambiar debe de ser de la persona. Los ultimátums solo añaden presión y promueven más secretismo y negación.

Evite hacer comentarios sobre el aspecto físico o el peso. Las personas con trastornos alimenticios ya están excesivamente enfocadas en su cuerpo. Asegurarles que no están gordas, puede incluso volverse parte de su preocupación por estar delgadas. En vez de eso, dirija la conversación hacia sus sentimientos. ¿Por qué les da miedo estar gordas? ¿Qué creen que conseguirán estando delgadas?

Evite avergonzar y culpar. Evite usar frases acusatorias refiriéndose a la otra persona, por ejemplo, “¡Solo necesitas comer!”. O “Te estás lastimando sin razón”. Mejor refiérase a usted mismo. Por ejemplo, “Es muy difícil para mí ver cómo te estás consumiendo”. O “Me asusto cuando te escucho vomitar”.

Evite dar soluciones simples. Por ejemplo, “Solo tienes que aceptarte”. Los trastornos alimenticios son problemas complejos. Si fuera tan fácil, su ser querido no estaría sufriendo.

Cómo alentar a la persona a buscar ayuda

Además de ofrecer apoyo, lo más importante que puede hacer por una persona con un trastorno alimenticio es animarla a recibir tratamiento. Cuanto más tiempo permanezca un trastorno alimenticio sin diagnosticar ni tratar, más duro será para el cuerpo y más difícil resultará superarlo, así que aliente a su ser querido a ir al médico de inmediato.

Un médico puede evaluar los síntomas de su ser querido, proporcionarle un diagnóstico preciso y detectar cualquier problema médico que pudiera estar relacionado. El médico también puede determinar si existe alguna afección coexistente que requiera tratamiento, como la depresión, el abuso de sustancias o un trastorno de ansiedad.

Si su amigo o familiar tiene dudas sobre acudir al médico, pídale que se haga un examen médico solo para tranquilizarlo a usted. Puede ser de ayuda si se ofrece a agendar la cita o a acompañarlo a la primera consulta.

Tratamientos para los trastornos alimenticios

El enfoque adecuado de tratamiento para cada persona depende de sus síntomas, problemas y fortalezas específicos, así como de la gravedad del trastorno. Para ser más eficaz, el tratamiento de un trastorno alimenticio debe atender tanto los aspectos físicos como psicológicos del problema. El objetivo es tratar cualquier necesidad médica o nutricional, promover una relación sana con la comida y enseñar formas constructivas de afrontar las emociones desagradables y los retos de la vida.

Usualmente un enfoque de trabajo en equipo es lo mejor. Entre las personas que pueden participar en el tratamiento se incluyen médicos, profesionales de la salud mental y nutricionistas. La participación y el apoyo de los miembros de la familia también hacen una gran diferencia en el éxito del tratamiento de los trastornos alimenticios.

Tratamiento médico. La prioridad es atender y estabilizar cualquier problema de salud grave. Es posible que la hospitalización o el tratamiento residencial sean necesarios si su ser querido está peligrosamente desnutrido, sufre complicaciones médicas, está gravemente deprimido o con ideas suicidas, o se resiste al tratamiento. El tratamiento ambulatorio es una opción cuando el paciente no se encuentra en peligro médico inmediato.

Orientación nutricional. Los dietistas o nutricionistas pueden ayudarle a su ser querido a diseñar planes de alimentación equilibrados, establecer objetivos alimentarios y alcanzar o mantener un peso saludable. La orientación también puede implicar recibir información sobre una nutrición adecuada.

Terapia. La terapia tiene un papel crucial en el tratamiento de los trastornos alimenticios. Sus objetivos son identificar los pensamientos y sentimientos negativos que están detrás de la conducta alimenticia poco saludable y reemplazarlos por actitudes más sanas y menos distorsionadas. Otro objetivo importante es enseñar a la persona a afrontar las emociones difíciles, los problemas en las relaciones y el estrés de forma productiva y no autodestructiva.

Tipos comunes de terapia para los trastornos alimenticios

Terapia individual. Explora tanto los síntomas de los trastornos alimenticios como los problemas emocionales e interpersonales subyacentes que los alimentan. Se enfoca en aumentar la autoconciencia, cuestionar las creencias disfuncionales y mejorar la autoestima y la sensación de control.

Terapia familiar. Evalúa la dinámica familiar que puede contribuir al trastorno alimenticio o interferir en la recuperación. Generalmente, incluye algunas sesiones de terapia sin el paciente, un elemento especialmente importante cuando la persona con el trastorno alimenticio niega tener un problema.

Terapia de grupo. Permite a las personas con trastornos alimenticios hablar entre ellas en un ambiente supervisado. Ayuda a reducir el aislamiento que sienten muchas personas con trastornos alimenticios. Los miembros del grupo se apoyan entre ellos a lo largo de la recuperación y comparten sus experiencias y consejos.

Cómo afrontar los trastornos alimenticios en el hogar

Como padre o madre, hay muchas cosas que puede hacer para apoyar la recuperación del trastorno alimenticio de su hijo, incluso si se sigue resistiendo al tratamiento.

Dé un ejemplo positivo. Tiene más influencia de la que cree. En lugar de hacer dieta, coma alimentos nutritivos y balanceados. Sea consciente de cómo habla de su cuerpo y de su alimentación. Evite los comentarios autocríticos o negativos sobre el aspecto físico de otras personas. En lugar de eso, enfóquese en las cualidades internas que realmente hacen atractiva a una persona.

Haga que la hora de la comida sea divertida. Intente comer en familia lo más a seguido posible. Incluso si su hijo no está dispuesto a comer la comida que usted ha preparado, anímelo a sentarse con usted en la mesa. Aprovechen este tiempo juntos para disfrutar de su compañía, en lugar de hablar de sus problemas. Las comidas también son una buena oportunidad para mostrarle a su hijo que la comida es algo que hay que disfrutar y no tenerle miedo.

Evite las luchas de poder con motivo de la comida. Los intentos de obligar a su hijo a comer solo provocarán conflictos y malos sentimientos, y probablemente ocasionarán que haya más secretos y mentiras. Eso no significa que no pueda poner límites o hacer que su hijo se haga responsable de su comportamiento. Pero no actúe como la policía de la comida, vigilando constantemente el comportamiento de su hijo.

Fomente la alimentación mencionando las consecuencias naturales de no hacerlo. Aunque no puede forzar comportamientos alimenticios saludables, puede fomentarlos haciendo que las consecuencias naturales de no comer se vean poco atractivas. Por ejemplo, si su hijo no quiere comer, no puede ir a clase de baile ni manejar el coche porque, en ese estado debilitado, no sería seguro. Aclare que no se trata de un castigo, sino simplemente de una consecuencia médica natural.

Haga lo que esté en sus manos para promover la autoestima de su hijo en los aspectos intelectual, atlético y social. Dele a los niños y a las niñas las mismas oportunidades y apoyo. Una autopercepción equilibrada y una autoestima firme son quizás los mejores antídotos contra los desórdenes alimenticios.

No se culpe. Los padres suelen sentir que tienen que asumir la responsabilidad del trastorno alimenticio, algo sobre lo que en realidad no tienen ningún control. Una vez que pueda aceptar que el trastorno alimenticio no es culpa de nadie, podrá liberarse para tomar medidas que sean honestas y no estén nubladas por lo que “debería” o “podría” haber hecho.

Cómo apoyar la recuperación de un ser querido

Recuperarse de un trastorno alimenticio lleva tiempo. No existen soluciones rápidas ni curas milagrosas, así que es importante tener paciencia y compasión. No presione innecesariamente a su ser querido estableciendo objetivos poco realistas o exigiendo que progrese al ritmo establecido por usted. Dele esperanza y ánimo, elogie cada pequeño avance y manténgase positivo a pesar de las luchas y los retrocesos.

Infórmese sobre los trastornos alimenticios. Cuanto más sepa, mejor preparado estará para ayudar a su ser querido, evitar los obstáculos y afrontar los desafíos.

Escuche sin juzgar. Demuestre que le importa preguntando por los sentimientos y preocupaciones de su ser querido y escuchándolo verdaderamente. Resista el impulso de dar consejos o criticar. Simplemente dígale a su amigo o familiar que está ahí para escucharlo. Aunque no entienda por lo que está pasando, es importante validar los sentimientos de su ser querido.

Sea consciente de los desencadenantes. Evite las discusiones sobre la comida, el peso, la alimentación o hacer comentarios negativos sobre su propio cuerpo. Pero no tenga miedo de comer normalmente en frente de alguien con un trastorno alimenticio. Puede ayudar a darle un ejemplo de una relación sana con la comida.

Cuídese. No se preocupe tanto por el trastorno alimenticio de su ser querido al punto de descuidar sus propias necesidades. Asegúrese de contar con su propio apoyo, para poder apoyar también. Tanto si ese apoyo viene de un amigo de confianza, de un grupo de apoyo o de su propio terapeuta, es importante tener un espacio para hablar de sus sentimientos y recargarse emocionalmente. También es importante hacer tiempo en su día para relajarse y hacer cosas que le gusten.

Líneas de ayuda y apoyo

Última actualización o revisión el febrero 19, 2024