Stages of Alzheimer’s Disease
Understanding the 3-stage and 7-stage models of Alzheimer’s

This therapist directory is offered in partnership with BetterHelp. If you sign up for therapy after clicking through from this site, HelpGuide will earn a commission. This helps us continue our nonprofit mission and continue to be there as a free mental health resource for everyone.
Need to talk to someone now? Find a crisis helpline
If you're a BetterHelp therapist with questions about your directory listing, please contact therapists@betterhelp.com
Cuanto más temprano pueda detectar la enfermedad de Alzheimer, mejores serán sus opciones de tratamiento. Aquí le mostramos cómo detectar las señales tempranas de advertencia en usted o en un ser querido, y obtenga un diagnóstico preciso.
Adaptado con permiso de Alzheimer’s Disease: A guide to diagnosis, treatment, and caregiving (Enfermedad de Alzheimer: una guía para el diagnóstico, el tratamiento y el cuidado), un informe especial sobre salud publicado por Harvard Health Publishing.
La enfermedad de Alzheimer puede detectarse en las etapas tempranas, cuando están disponibles los mejores tratamientos, al observar señales de advertencia reveladoras. Si reconoce las señales de advertencia en usted o en un ser querido, haga una cita para consultar a su médico de inmediato. La tecnología de imágenes cerebrales puede diagnosticar la enfermedad de Alzheimer temprano, lo que mejora las oportunidades para el control de síntomas.
La enfermedad de Alzheimer generalmente no se diagnostica en las etapas tempranas, incluso en las personas que acuden a sus médicos de atención primaria por problemas de memoria.
Reconocer los síntomas de forma temprana es crucial porque los medicamentos para controlar los síntomas son más eficaces en las etapas tempranas de la enfermedad y el diagnóstico temprano permite que la persona y los miembros de su familia hagan planes para el futuro.
Si usted o su ser querido experimenta cualquiera de los siguientes síntomas, comuníquese con su médico.
Pérdida progresiva de la memoria. Este es el sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. Inicialmente, solo la memoria a corto plazo se ve alterada, y la persona parece solo ser olvidadiza. Pero debido a que la memoria a corto plazo es esencial para absorber información nueva, la alteración pronto interfiere con la capacidad de interactuar socialmente y de realizar su trabajo.
Es posible que la memoria a largo plazo se retenga por más tiempo, pero se fragmenta a medida que la enfermedad avanza. Hacia la etapa final, es posible que las personas con enfermedad de Alzheimer no puedan recordar su propio nombre.
Deterioro de las capacidades cognitivas. Estas son actividades de “pensamiento” del razonamiento: resolver problemas, tomar decisiones, usar el criterio, entre otras. El deterioro de la función cognitiva puede comenzar de manera sutil como un desempeño deficiente en una actividad que la persona solía hacer bien. Tener un criterio deficiente y una falta de entendimiento puede resultar en accidentes.
En la etapa inicial de la enfermedad, es posible que las personas pierdan la noción del tiempo; más adelante, su falta de orientación se vuelve más pronunciada y se extiende a lugares y personas. El sentido del tiempo se vuelve más distorsionado a medida que la enfermedad avanza, y las personas pueden insistir en que es momento de irse inmediatamente después de llegar a un lugar o se pueden quejar de que no les han dado de comer tan pronto como terminan su comida.
Cambios en el estado de ánimo y en la personalidad. Estos cambios son a menudo la evidencia más convincente para los familiares de que algo no está bien. La apatía es común, y muchas personas pierden interés en sus actividades habituales. Una persona puede retraerse, estar más irritable o inexplicablemente hostil.
La enfermedad de Alzheimer también puede ir acompañada de depresión, en parte como resultado de cambios químicos en el cerebro ocasionados por la misma enfermedad y en parte como una reacción psicológica entendible a la pérdida de capacidades mentales. Los síntomas de la depresión incluyen la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, cambio en el apetito que algunas veces resulta en la pérdida o aumento de peso, insomnio o dormir en exceso, pérdida de energía y sentimientos de inutilidad. Sin embargo, las personas con Alzheimer pocas veces tienen sentimientos de culpa excesiva o pensamientos suicidas, que a menudo son síntomas de la depresión.
Afasia. Este término médico describe una discapacidad en el uso y entendimiento del lenguaje. Debido a que hablar, escribir, leer y entender el habla involucra diferentes áreas del cerebro y diferentes redes nerviosas, la afasia puede ser irregular, al retener algunas habilidades por más tiempo que otras. Por ejemplo, es posible que una persona pueda reconocer las palabras escritas sin ningún problema y aun así no entender su significado.
Típicamente, la afasia comienza con tener dificultades para encontrar la palabra adecuada. Al no poder pensar las palabras adecuadas, es posible que la persona intente cubrirlo con explicaciones largas que no logran llegar al punto, o se niegue con enojo a hablar más sobre el tema. La sustitución con palabras que suenen similares (“ave” en lugar de “haba”) o que estén relacionadas (“leer“ en lugar de “libro”) es común. Es posible que la persona divague, junte frases sin expresar ningún pensamiento real u olvide todo excepto algunas palabras (que puede repetir una y otra vez). En muchos casos, todas las capacidades del lenguaje se pierden a medida que la demencia se agrava, y las personas se vuelven mudas.
Agnosia. La capacidad de procesar información sensorial se deteriora, lo que ocasiona agnosia, un desorden de la percepción. Sin poder comprender el significado de lo que ven, las personas con agnosia pueden chocar con los muebles. Pueden creer que su cónyuge es un impostor, les temen a los sonidos comunes o no logran reconocer su propio reflejo en el espejo. La agnosia puede contribuir a tener un comportamiento inapropiado, como orinar en un bote de basura.
Apraxia. La incapacidad de realizar habilidades motoras básicas como caminar, vestirse y comer se conoce como apraxia. Es muy diferente a la debilidad o a la parálisis ocasionada por un derrame cerebral. Una persona con apraxia literalmente ha olvidado cómo realizar estas actividades. Generalmente, la apraxia se desarrolla de forma gradual, pero en algunos casos, comienza de manera abrupta. La apraxia puede ser evidente al principio en movimientos finos de la mano, al mostrar una escritura poco legible o al tener torpeza para abotonar la ropa. Las habilidades diarias como usar un teléfono o cambiar de canal en la TV pueden desaparecer. Con el tiempo, la capacidad de masticar, caminar o levantarse de una silla se pierde.
Problemas de comportamiento. Los cambios problemáticos en el comportamiento son una característica común de la enfermedad. Algunos ejemplos incluyen ser obstinado, resistirse a recibir cuidados, negarse a dejar de hacer actividades inseguras, caminar de un lado a otro o frotarse las manos, deambular, usar lenguaje obsceno o violento, robar, esconder cosas, perderse, tener comportamiento sexual inapropiado, orinar en lugares inadecuados, usar muy poca o mucha ropa, comer objetos inapropiados, tirar cigarrillos encendidos, entre otros. Un comportamiento en particular puede desaparecer a medida que las capacidades del paciente se deterioran más (por ejemplo, la agresión verbal disminuye a medida que la afasia aumenta).
Reacción catastrófica. Una respuesta emocional fuerte a un problema menor es otro síntoma de la enfermedad. Las reacciones catastróficas pueden incluir llorar inconsolablemente, gritar, decir groserías, caminar de forma agitada, negarse a participar en una actividad o atacar a otra persona. Los desencadenantes comunes incluyen fatiga, estrés, malestar y el no comprender la situación. En esencia, la reacción catastrófica es la respuesta de una persona agobiada y asustada que se siente acorralada e intenta protegerse. El comportamiento es ocasionado por una disfunción cerebral y, en la mayoría de los casos, está más allá del control de la persona.
Síndrome del ocaso. El término se refiere a problemas de comportamiento que empeoran en la tarde y en la noche. Nadie sabe con certeza por qué ocurre el síndrome del ocaso, aunque hay muchas teorías. Debido a que las personas están cansadas al final del día, su tolerancia al estrés disminuye, un problema menor puede generar un arrebato significativo. Una persona ya confundida puede sobreestimularse si hay muchas personas en la casa, cuando se está preparando la cena y si la televisión está encendida. La luz tenue también contribuye a que la persona malinterprete la información visual.
Psicosis. Aproximadamente cuatro de 10 personas con la enfermedad de Alzheimer experimentará psicosis, la cual está marcada por delirios o alucinaciones recurrentes. Si bien la mayoría de las veces ocurre en la aparición tardía del Alzheimer y parece ser hereditaria, los genes específicos asociados no se han identificado. El pensamiento desorientado que da pie a los delirios y alucinaciones ocurre de manera esporádica, lo que tiende a no ser de esta manera en otras formas de psicosis.
Es posible que una mujer con problemas de delirio llame a la policía para informar que hay extraños en su casa, hable con ella misma en el espejo o hable con las personas de la TV. Las alucinaciones a menudo son visuales (ver rocas con bordes afilados o agua en donde en realidad hay tablas del piso de madera), pero también pueden ser auditivas (voces de fantasmas).
No existe un análisis de sangre, imagen cerebral o examen físico que pueda diagnosticar de forma definitiva la enfermedad de Alzheimer. Y debido a que muchas afecciones pueden producir síntomas que se parecen a los de la etapa temprana del Alzheimer, es complicado encontrar el diagnóstico correcto.
Es importante encontrar un médico con experiencia en el diagnóstico del Alzheimer. Si un médico diagnostica Alzheimer tan solo después de un examen rápido, busque una segunda opinión. Una evaluación completa por parte de un especialista es fundamental para excluir otros problemas de salud que pudieran ocasionar problemas cognitivos. Su médico familiar puede hacer parte de la evaluación y luego recomendar un neurólogo, geriatra u otro especialista para completarla. La sucursal de la Alzheimer’s Association, escuela de medicina u hospital locales también pueden identificar los especialistas adecuados.
Antes de programar una cita, pregunte qué procedimientos de diagnósticos se usarán. Si la evaluación no parece exhaustiva, busque otro médico.
Una vez que se haga un diagnóstico, busque un médico con experiencia en proporcionar atención continua para satisfacer las necesidades cambiantes de alguien con la enfermedad de Alzheimer. Es posible que el médico que haga el diagnóstico no sea el que supervise la atención a largo plazo. Por lo tanto, intente elegir a un médico que sea experto en el manejo de enfermedades que causan demencia y que sea capaz de comunicarse bien con los familiares.
A veces, las familias se encuentran con un gran obstáculo cuando la persona cuyo estado mental ha levantado inquietudes se niega a ver a un médico. A menudo, la persona niega tener dificultades cognitivas y se resiste a ir al médico para realizarse una evaluación. En este caso, programar una visita al médico con un propósito más general, como un examen físico de rutina, o una queja específica, como un dolor de cabeza, puede proporcionar una oportunidad para comenzar la evaluación de Alzheimer. Llame al médico con anticipación para informarle que este es uno de los objetivos de la visita.
Una evaluación completa puede tardar más de un día y generalmente se realiza de manera ambulatoria. En la mayoría de las áreas, la evaluación se puede realizar de forma local y las pruebas se pueden distribuir en varios días para evitar cansar a la persona a quien se está examinando. Además del médico tratante, es posible que en la evaluación participen otros especialistas, incluidos técnicos, enfermeros, psicólogos, terapeutas ocupacionales o fisioterapeutas, trabajadores sociales y, a menudo, psiquiatras.
Pasarán varios días antes de que los resultados de las pruebas se informen y el médico los revise. Cuando el médico le hable sobre los resultados, prepárese para un diagnóstico ambiguo. Los médicos con frecuencia son reacios a diagnosticar la enfermedad de Alzheimer sin observar primero que la demencia es progresiva. Esto significa repetir la evaluación, por lo general en un plazo de seis a doce meses. En este momento posterior, a veces es posible obtener un diagnóstico más seguro, pero cuando los cambios cognitivos son graduales, el médico puede recomendar repetir las pruebas a intervalos anuales.
BetterHelp es un servicio de terapia en línea que le conecta con terapeutas acreditados y certificados que pueden ayudarle con la depresión, la ansiedad, las relaciones y más. Realice la evaluación y póngase en contacto con un terapeuta en tan solo 48 horas.
Realice la evaluación HelpGuide es un apoyo para el usuario. Ganamos una comisión si se registra en los servicios de BetterHelp después de hacer clic en este sitio. Obtenga más informaciónPara ayudar a aliviar cualquier estrés asociado con su visita al médico, es mejor estar lo más preparado posible. Por ejemplo, asegúrese de que quien acompañe a la persona que se está evaluando esté familiarizado con su historial médico, sus síntomas actuales y sus preocupaciones.
Anote con anticipación cualquier cuestión que quiera mencionar en la visita. Si la persona se encuentra en una etapa avanzada de demencia, puede llevar un reproductor de música con audífonos para reproducir música relajante o un objeto suave que conozca y que pueda acariciar o sostener.
El médico necesitará lo siguiente:
Puede parecer mucha información, pero el historial de la persona permite al médico elaborar una lista de posibles diagnósticos que guiarán la evaluación médica posterior. Por ejemplo, un médico que suele programar una tomografía computarizada (TC o CT, por sus siglas en inglés) o una imagen por resonancia magnética (IRM o MRI, por sus siglas en inglés) del cerebro como prueba final puede solicitarla de inmediato para alguien con cambios mentales abruptos y dificultad para caminar. Estos síntomas pueden indicar un exceso de líquido cefalorraquídeo alrededor del cerebro, una afección llamada hidrocefalia de presión normal (consulte “Imágenes cerebrales” a continuación). La detección y el tratamiento oportunos pueden prevenir daños permanentes al cerebro.
Trastornos tan diversos como la insuficiencia cardiaca, la enfermedad hepática, la insuficiencia renal, los trastornos tiroideos y las enfermedades respiratorias pueden provocar cambios similares a la demencia. Además, las personas mayores no siempre presentan síntomas típicos. La sensación de dolor suele estar atenuada en las personas mayores, por ejemplo, y no es raro que la confusión, en lugar del dolor en el pecho, sea el síntoma principal de un infarto.
Por lo tanto, el médico evaluará el sistema cardiovascular, los pulmones y otros órganos para detectar cualquier signo de anormalidad. Debido a que las pérdidas sensoriales pueden contribuir significativamente a las dificultades cognitivas de una persona, el médico también examinará la vista y la audición. El médico también prestará mucha atención al sistema nervioso, porque las anormalidades neurológicas pueden indicar un trastorno cerebral distinto a la enfermedad de Alzheimer.
La fuerza muscular, la coordinación, los reflejos, los sentidos, el movimiento ocular y la reacción de las pupilas a la luz pueden indicar al médico la salud de áreas específicas del cerebro. Por ejemplo, los reflejos desiguales o la debilidad en un lado del cuerpo sugieren daño cerebral localizado (quizás debido a un derrame cerebral o un tumor), mientras que los temblores u otros movimientos involuntarios pueden indicar un trastorno degenerativo como la enfermedad de Parkinson. Este tipo de anomalías generalmente no son características de la etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer.
Las pruebas del estado mental, que forman parte del examen neurológico, es fundamental para diagnosticar la demencia y el delirio. El médico le pedirá a la persona que realice ejercicios mentales sencillos, como contar hacia atrás de siete en siete, obedecer instrucciones escritas, memorizar palabras y copiar diseños. Estas pruebas del estado mental permiten al médico evaluar la orientación, la memoria, la comprensión, las habilidades lingüísticas y la capacidad para realizar cálculos sencillos.
El médico solicitará un conteo sanguíneo completo y análisis de química sanguínea para detectar anemia, infecciones, diabetes y trastornos renales y hepáticos. Otros análisis de laboratorio incluirán pruebas de rutina para la función tiroidea, deficiencia de la vitamina B12 y niveles elevados de calcio en sangre, así como una prueba para detectar sífilis. Si el médico sospecha un problema médico específico, puede solicitar pruebas adicionales. Por ejemplo, a un paciente que podría haber estado expuesto al virus del sida (AIDS, por sus siglas en inglés) se le recomendará que se haga una prueba de VIH (HIV, por sus siglas en inglés).
Una imagen cerebral (ya sea mediante tomografía computarizada [TC] o imagen por resonancia magnética [IRM]) generalmente se incluye en la evaluación estándar para la enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia.
Las TC y las IMR, que revelan la estructura anatómica del cerebro, se utilizan para descartar problemas como tumores, hemorragias, derrames cerebrales e hidrocefalia, que pueden enmascararse como enfermedad de Alzheimer. Estas imágenes también pueden mostrar la pérdida de masa cerebral asociada con la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. En la enfermedad de Alzheimer, la región del cerebro conocida como hipocampo puede estar atrofiada de manera desproporcionada.
Se pueden realizar otras imágenes cerebrales si la TC y la IRM no son concluyentes. La tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) y la tomografía computarizada por emisión de fotón único proporcionan imágenes de la actividad cerebral en función del flujo sanguíneo, el consumo de oxígeno o el uso de glucosa. Estas técnicas pueden ayudar a limitar el diagnóstico al revelar déficits comunes en la enfermedad de Alzheimer que son distintos de los hallazgos en otras demencias, como la degeneración lobular frontotemporal y la demencia con cuerpos de Lewy. Sin embargo, incluso estas imágenes no pueden revelar los cambios microscópicos en el tejido cerebral que caracterizan la enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, no pueden identificar la enfermedad con certeza.
Por fortuna, la capacidad diagnóstica de las imágenes cerebrales está mejorando. Es especialmente prometedor un tipo de imagen PET que utiliza un trazador químico que se une específicamente a los depósitos de amiloide en el cerebro, lo que permite que aparezcan con claridad en las imágenes cerebrales. Hoy en día, al menos 17 centros en América del Norte, así como otros 21 en todo el mundo, han utilizado con éxito uno de estos trazadores, la PET con compuesto B de Pittsburgh (PiB, por sus siglas en inglés), en miles de personas. Hasta ahora, esta técnica se usa solo en estudios de investigación. Los expertos prevén que las imágenes PET con compuestos trazadores similares se utilizarán de forma generalizada en los próximos años. Estas pruebas pueden ayudar a los médicos a diagnosticar la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas, así como a evaluar nuevos tratamientos.
Los investigadores también esperan perfeccionar las técnicas de IRM que puedan mejorar la capacidad de los médicos para medir la atrofia cerebral y diagnosticar el Alzheimer con mayor precisión. La IRM funcional (IRMf o fMRI, por sus siglas en inglés), que registra los cambios en el flujo sanguíneo relacionados con la actividad cerebral, puede resultar útil para distinguir entre diferentes formas de demencia.
Se puede realizar un electroencefalograma (EEG) para detectar actividad anormal de las ondas cerebrales. Aunque el EEG suele ser normal en personas con enfermedad de Alzheimer leve y muchos otros tipos de demencia, se producen anomalías en el EEG en el delirio y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que es una causa de demencia.
Si se sospecha hidrocefalia (exceso de líquido cefalorraquídeo en el área alrededor del cerebro) o infección del sistema nervioso central, el médico puede recomendar una punción lumbar para detectar un aumento de la presión o células inflamatorias en el líquido cefalorraquídeo. También se pueden detectar marcadores bioquímicos del Alzheimer, como placas amiloides, ovillos neurofibrilares y neurodegeneración. Estos marcadores son detectores sensibles de la patología del Alzheimer, y son específicos para ellos. Si bien las pruebas para estos marcadores no son comunes hoy en día, los expertos anticipan que se convertirán en una parte habitual de las pruebas de diagnóstico en el futuro.
Los psicólogos o neuropsicólogos (psicólogos con formación especializada en trastornos cerebrales) pueden realizar pruebas neuropsicológicas exhaustivas, ya sea mediante entrevistas o pruebas de lápiz y papel. Estas pruebas, que duran varias horas, se utilizan para determinar qué áreas de la función cognitiva están deterioradas y qué áreas siguen intactas. Evalúan la memoria, el razonamiento, la escritura, la coordinación visomotora, la comprensión y la capacidad de expresar ideas. Un médico también puede realizar otras pruebas para identificar la depresión y otros problemas del estado de ánimo.
Los problemas cognitivos afectan el funcionamiento diario de las personas de muchas maneras diferentes y a veces sorprendentes. Una evaluación objetiva puede ayudar a determinar lo que una persona puede y no puede hacer. Esta información es invaluable para los cuidadores, especialmente cuando la persona tiene otros problemas de salud que complican la situación, como artritis o visión deficiente. Si la persona parece tener Alzheimer, una evaluación funcional puede ayudar a determinar la etapa, lo que puede ayudar a los familiares a decidir qué tipo de atención y servicios de apoyo se necesitan.
En una evaluación funcional, el terapeuta pide a un familiar que complete un cuestionario sobre la capacidad de la persona para realizar actividades de la vida diaria. Al anotar qué actividades realiza la persona con éxito, de forma parcial o en absoluto, el terapeuta puede sugerir formas de ayudar a la persona a realizar estas tareas, y así preservar la mayor independencia posible del paciente.
Por lo general, un trabajador social lleva a cabo la evaluación psicosocial, y está diseñada para ayudar a la familia de la persona a planificar su atención. El trabajador social hablará sobre el impacto emocional, físico y financiero de la enfermedad de Alzheimer y guiará a los familiares en la evaluación de sus circunstancias. Los trabajadores sociales también pueden ayudar a coordinar los servicios comunitarios, sugerir alternativas a la situación de vida actual de la persona y proporcionar una lista de recursos y servicios disponibles locales.
El médico puede solicitar un análisis de sangre en los casos en los que existan antecedentes familiares de Alzheimer de aparición temprana. Hasta la fecha, las pruebas genéticas ofrecen valor diagnóstico solo en casos de enfermedad de Alzheimer familiar de aparición temprana. La búsqueda de mutaciones genéticas en personas que no tienen antecedentes familiares importantes de Alzheimer y que no mostraron síntomas antes de los 65 años es infructuosa. La prueba del genotipo de la ApoE puede aumentar un poco la confianza en el diagnóstico, pero no se recomienda para fines de detección.
Adaptado con permiso de Alzheimer’s Disease: A guide to diagnosis, treatment, and caregiving (Enfermedad de Alzheimer: una guía para el diagnóstico, el tratamiento y el cuidado), un informe especial sobre salud publicado por Harvard Health Publishing.
Última actualización o revisión el agosto 21, 2025Millones de lectores confían en HelpGuide.org para obtener recursos gratuitos basados en evidencia para comprender y afrontar los desafíos de la salud mental. Haga su donación hoy para ayudarnos a salvar, apoyar y cambiar vidas.
Done hoy a HelpGuide.org