Donativo
Nuestro sitio web aún no está totalmente disponible en español y algunos enlaces se dirigen a contenidos en inglés. Para recibir una notificación cuando se lance el sitio completo en español, regístrese aquí.
Bienestar y felicidad

Oración para calmar la ansiedad, sanar y superar los desafíos de la vida

Decir una oración toma unos segundos, pero puede afectar a profundidad su estado de ánimo, su comportamiento y su capacidad para superar los desafíos de la vida, lo que incluye la ansiedad, el estrés, los problemas para dormir y el envejecimiento.

La rabina Naomi Levy es autora de los libros más vendidos To Begin Again (Volver a comenzar), Talking to God (Hablando con Dios), Hope Will Find You (Le esperanza te encontrará) y Einstein and the Rabbi (Einstein y el rabino). Ella es la líder espiritual de Nashuva en Los Ángeles, California.

Los miembros de una comunidad religiosa pueden ser quienes brinden más apoyo cuando necesitamos ayuda. Pueden reforzar nuestra determinación para sanar, unir sus oraciones con las nuestras, devolvernos la fe y rodearnos de cuidados y amor.

Los beneficios de decir una oración

Cuando era adolescente, mis amigas y yo frecuentemente intentábamos hacer dieta. Nuestro lema era: «Un minuto en la boca y toda la vida en las caderas». Lo que significaba que una acción que duraba solo un instante podía permanecer contigo por siempre. Me gusta aplicar esta frase al proceso de orar. Decir una oración toma tan solo unos minutos, pero su influencia en nuestra vida, nuestros comportamientos, corazones y percepciones puede ser permanente. Ese minuto que tardamos en orar es toda una vida en nuestra alma. Una simple oración puede cambiarnos, encaminarnos para sanar nuestro ser y a nuestro mundo.

Así que, ¡a orar! Rece por la paz, por lograr la sanación, por los avances en la ciencia, para que se tenga la fortaleza para erradicar la pobreza y las enfermedades, por tener el coraje para vencer las injusticias, por tener determinación, por el prójimo y por usted mismo. Récele a Dios con todo su corazón y su alma y, luego, reúna toda su fuerza para afrontar los desafíos por venir.

Orar no es una actividad pasiva. Orar nos cambia. Nos hace conscientes. Nuestros ojos comienzan a percibir la belleza donde nunca antes la habíamos notado. Nuestros corazones comienzan a sentir compasión, algo que ni sabíamos que podíamos sentir. Nuestras prioridades cambian. Mientras hablamos con Dios, recibimos el ánimo que necesitamos para expresar al máximo el potencial que hay dentro de nosotros y, en poco tiempo, comenzamos a ver más allá de nosotros mismos y a notar un mundo que necesita de nuestra ayuda.

Yo creo que Dios sí nos escucha y que nos responde. Sin embargo, la respuesta de Dios a nuestras oraciones puede ser diferente a la respuesta que buscamos. La respuesta de Dios puede ser darnos la fortaleza para seguir adelante o darnos el coraje para enfrentar aquello que hemos temido. Puede ser también tener la capacidad de aceptar algo que hemos estado negando o tener esperanza en un momento de desesperación.

Dios no es distante ni está sordo. No estamos solos. Dios está presente en nuestra vida. Cuando dejamos de negociar con Dios y comenzamos a abrirle nuestra alma, nuestras oraciones de repente comienzan a funcionar. Podemos orar por tener fortaleza y recibirla. A fin de cuentas, orar es una experiencia, no una petición. Se trata de sentir una conexión, de sentir que se es parte de algo más grande que nosotros mismos. Es un intento que hacemos por estar en presencia de Dios.

Cómo es orar en comunidad

Orar en comunidad es algo que nos altera. Frecuentemente, hay dolor en nuestra vida, así que oramos en soledad y asumimos que somos los únicos que sufrimos. Sin embargo, cuando nos unimos a una comunidad, nuestros ojos se abren. Observamos que no somos los únicos y que hay otras personas que también sufren. También nos damos cuenta de que no estamos solos en el mundo, que hay docenas de personas orando por nosotros, tendiendo sus manos para ayudar.

De repente, la naturaleza de nuestras oraciones empieza a cambiar. Dejamos de sentir autocompasión. Dejamos de orar solos. En poco tiempo, comenzamos a incluir a otras personas en nuestras oraciones. Empezamos a orar por nuestro mundo. Empezamos a ver nuestros problemas desde otra perspectiva. Después de todo, quizás las cosas no sean tan malas como parecían.

La historia de Mark

Mark era un hombre de mi comunidad que tuvo depresión después de una cirugía de corazón. Empezó a perder peso y sus médicos estaban preocupados de que se hubiera dado por vencido en la vida.

Cuando les conté a algunos de mis congregantes sobre la situación de Mark, se pusieron manos a la obra. Empezaron a llevarle comida, a visitarlo en su casa, y le dedicaban oraciones y bendiciones. A pesar de que se quejó un poco, una mujer empezó a llevarlo a la sinagoga en donde le llenaban de bendiciones, oraciones y canciones. La transformación de Mark fue extraordinaria. De repente, comenzó a prosperar, a comer sus alimentos y a reír de nuevo.

A veces, las oraciones de una comunidad pueden, literalmente, salvar una vida.

El proceso de envejecer

Solo los niños anhelan ser mayores. El resto de nosotros quisiéramos poder detener el tiempo. Sin embargo, no tenemos ningún control sobre el proceso de envejecimiento a medida que se revela ante nosotros y se manifiesta en nosotros. Podemos gastar una fortuna en implantes capilares y cirugía plástica, pero estos procedimientos no pueden volvernos siquiera un día más jóvenes. No obstante, lo que sí tenemos es el poder de elegir cómo reaccionamos a nuestro propio envejecimiento. Podemos temerle o podemos aceptar todo lo bueno que adquirimos con los años.

Por supuesto que envejecer puede sentirse como una maldición, en especial al vivir en una sociedad que idolatra la juventud. Envejecer, inevitablemente, trae consigo una serie de pérdidas: la pérdida de empleo e identidad; la pérdida de control sobre la fuerza física y la salud; la pérdida de amistades, la pérdida de la ilusión de ser invencibles.

Sin embargo, el envejecimiento también nos otorga una amplia gama de bendiciones: la libertad de vivir sin trabajar, la dicha de tener nietos y bisnietos, la identidad como el miembro mayor de una familia, la perspectiva de vida que solo se puede adquirir con los años, la conciencia de la fragilidad humana, el vínculo con el pasado que pueden ofrecer las personas mayores, la sabiduría que viene con la edad.

Podemos envejecer contra nuestra voluntad y sentirnos asustados, frustrados y enojados o podemos envejecer y disfrutar de los beneficios que vienen con la edad. Envejecer significa que podemos elegir, de forma activa, seguir desarrollándonos, viviendo, aprendiendo, aportando, enseñando, ayudando y bendiciendo a este mundo.

Hable con un terapeuta certificado

BetterHelp es un servicio de terapia en línea que le conecta con terapeutas acreditados y certificados que pueden ayudarle con la depresión, la ansiedad, las relaciones y más. Realice la evaluación y póngase en contacto con un terapeuta en tan solo 48 horas.

Realice la evaluación HelpGuide es un apoyo para el usuario. Ganamos una comisión si se registra en los servicios de BetterHelp después de hacer clic en este sitio. Obtenga más información

Oración para envejecer con dignidad

Dios, no quiero envejecer. No quiero nada de lo que conlleva, pero, ya que no tengo el poder de detener el tiempo, esto es lo que pido: permíteme envejecer con gracia.

Dios, muéstrame el camino. Acompáñame. Concédele salud a mi cuerpo y claridad a mi mente. Dame fuerza. Ayúdame a superar la vanidad. Enséñame a luchar contra la autocompasión. No permitas que me estanque en el camino. Protégeme contra el aislamiento y la soledad.

Que el amor de mi familia y amigos sea mi recompensa por todas las dificultades que tuve en mi juventud.

Deja que todas las bendiciones que trae consigo la edad, emanen desde el interior de mi ser. Que mis palabras sean de sabiduría, que mi corazón sienta compasión, que mis acciones estén llenas de bondad, que mi alma tenga fe y que mis ojos resplandezcan con alegría. Amén.

Nunca se es lo suficientemente viejo como para pedir deseos de cumpleaños

Hace dos meses, cuando llevé a mis hijos a la librería, observé a una mujer pequeña, de cabello gris pálido, encorvada y arrugada por los años, enseñando, pacientemente, a leer a una mujer de unos treinta años.

A la siguiente semana que regresé con mis hijos, estaban ahí de nuevo. La mujer mayor señalaba cada palabra y animaba a la otra mujer mientras pronunciaba, lentamente, sílaba por sílaba, con una voz tímida y avergonzada.

Semana tras semana las veía ahí, sentadas en una mesa baja en la sección para niños, entre marionetas y carteles, leyendo libros ilustrados.

La semana pasada, cuando fui a la librería, las dos mujeres estaban ahí, trabajando. Pero en esta ocasión, la mujer joven tenía a su pequeño sentado en su regazo y, con voz suave y confiada, le leía Buenas noches, Luna. Él escuchaba prestando mucha atención. La mujer mayor los miraba con emoción. La vergüenza de la madre se convirtió en orgullo.

Cada día, se nos da la oportunidad de ser una nueva versión de nosotros y de rehacer este mundo. Todos tenemos el potencial para crecer, aprender y cambiar, así como para aportar, enseñar e instruir sin importar nuestra edad.

Nunca deje de pedir deseos de cumpleaños.

Oración de cumpleaños para pedir por el poder de crecer

Dios, hoy soy un año más viejo, y mi deseo de cumpleaños es este: déjame seguir creciendo.

Dios, quiero crecer, no solo tener más años, sino crecer en fortaleza, sabiduría y amor. Quiero lograr tener paciencia, compasión y entendimiento. Este año, ayúdame a alcanzar el potencial que Tú pusiste dentro de mí.

Gracias a Ti, Dios, por darme esta preciosa vida. Amén.

Ganar fortaleza a través de la fe: hacer realidad nuestros sueños sin importar nuestra edad

Tenemos el poder de recuperar nuestros anhelos y hacerlos realidad. Nunca es tarde para hacerlo. Fue Goldie Shore quien me dio esta lección.

Hace cinco años, Goldie se me acercó después del servicio. — Rabina —dijo—, cumpliré ochenta y cuatro años este año, y quiero tener una bat mitzvá. Le contesté— Claro, Goldie, pero no será fácil. Tendrás que estudiar conmigo cada semana durante un año. A lo que respondió— Esto es algo que siempre he querido para mí. Además, ¿qué otra cosa mejor tengo que hacer?

El siguiente martes, Goldie llegó a mi estudio con una gran bolsa de compras llena de papeles, frutas y verduras, un pañuelo, un suéter, una bufanda, una biblia, dos pares de anteojos, otro suéter en caso de que hiciera más frío, y una grabadora, pero no uno de esos modelos pequeños y portátiles, sino una grabadora grande, vieja y pesada, casi del tamaño de una caja grande de zapatos. Le pregunté— Goldie, ¿cómo fue que llegaste hasta aquí cargando una bolsa tan pesada? Usando mis pies —respondió—. Caminé.

Después, se sentó y me habló sobre cómo fue su infancia en Europa. Ella quería estudiar la Torá con sus hermanos, pero no le estaba permitido. No es para las niñas —le dijo el rabino. Entonces, se paraba junto a la puerta y escuchaba a escondidas mientras sus hermanos estudiaban. Como resultado, aprendió un poco de hebreo y algunas oraciones. Uno de sus hermanos se volvió un estudioso de la Torá, pero cuando intentó hacer que le enseñara, él se negó diciendo la misma frase: «no es para las niñas».

Semana tras semana, Goldie aparecía fielmente en mi puerta con su pesada bolsa de compras. No era un trabajo sencillo. Había que dominar la lectura hebrea, así como todas las bendiciones y la melodía de la haftará. Sin mencionar el hecho de que Goldie tenía problemas de audición. Pero siguió trabajando duro.

Una vez, que estaba lloviendo y hacía frío afuera, la llamé y le dije— Tal vez deberíamos dejarlo para la otra semana. Para cuando me di cuenta, ya estaba en mi puerta. Dijo— He esperado ochenta y cuatro años para escuchar la Torá desde el interior y no me perderé una clase ahora.— Después, agregó— Quiero que sepa que escucho la cinta que grabo de usted cuando me voy a la cama. Me ayuda a quedarme dormida cuando tengo indigestión.— Le dije a Goldie lo bien que iba progresando, a lo que respondió— Lo sé. Tengo talento, ¿no?—

Goldie tenía más que talento. Tenía un don real. Fue una de mis mejores estudiantes. Fue como si hubiera conocido el material desde antes, como si lo hubiera aprendido una vez y ahora solo necesitara refrescar su memoria.

Cuando llegó el día de la bat mitzvá, tres de sus hijos y cuatro nietos viajaron para estar presentes en la ocasión. Goldie rebosaba de alegría. A la hora programada, subió lentamente hacia el púlpito. Envuelta en un talit, un chal de oración, abrió el desgastado texto que había estudiado durante un año, miró a la congregación con la sonrisa traviesa de alguien que está a punto de compartir un secreto y comenzó a cantar.

Su cantó sonaba como música de otro planeta. Fue como si las voces de todas las mujeres de su generación a las que nunca se les permitió cantar nuestras oraciones, se fundieran en una sola voz. Una voz que parecía decir «aquí estoy».

Oración para obtener la fuerza para hacer realidad nuestros sueños

Dios, me has bendecido con muchos dones, pero sé que es mi labor hacerlos realidad. Que nunca subestime mi potencial y que nunca pierda la esperanza. Que pueda encontrar la fuerza para esforzarme por mejorar, el coraje para ser diferente y la energía para dar todo lo que tengo para ofrecer. Amén.

Orar puede transformar nuestra vida

Al despertar por la mañana, recordamos preparar nuestros cuerpos para el día que tenemos por delante. Nos bañamos, nos vestimos, comemos. ¿Alguna vez pensaría en salir de casa sin cepillarse los dientes? Sin embargo, pocas veces nos tomamos el tiempo para preparar nuestra alma para el día que tenemos por delante.

No tiene que tomar mucho tiempo. Solo uno o dos minutos cada mañana. Decir una simple oración por la mañana puede, literalmente, transformar la manera en que pensamos, sentimos, nos comportamos y trabajamos. Decir una oración por la mañana nos hace recordar lo bendecidos que somos, incluso en esos días en los que uno se queda dormido porque no suena la alarma, cuando el café se derrama en el regazo, cuando la tostada se quema, cuando los niños se quejan, cuando nada parece ir bien. Hasta la oración más breve puede darnos el coraje para enfrentar un día difícil y darnos la perspicacia para reconocer un día increíble.

Antes de salir corriendo por la puerta, tómese un momento. Respire profundamente y exhale, y hable con Dios. Dígale a Dios sus esperanzas para el nuevo día, así como sus preocupaciones. Y no olvide mencionar algo por lo que sienta agradecimiento ese día.

Oración para decir por la mañana

Hay muchas cosas que doy por sentado. No dejes que las ignore hoy.

Dios, solo por hoy, ayúdame a recordar que mi vida es un regalo, que mi salud es una bendición, que este nuevo día está lleno de posibilidades asombrosas, que tengo la capacidad de aportar algo totalmente nuevo, único y bueno a este mundo.

Dios, solo por hoy, ayúdame a recordar ser amable y paciente con las personas que me aman, así como con aquellos que trabajan conmigo. Enséñame a notar toda la belleza que frecuentemente paso por alto y a escuchar el anhelo silencioso de mi propia alma.

Dios, solo por hoy, ayúdame a recordarte.

Dios, que este sea un buen día lleno de alegría y amor. Amén.

Oración por el cuerpo

Gracias, Dios, por el cuerpo que me diste. La mayoría del tiempo no valoro mi salud. Olvido lo afortunado que soy de vivir sin dolor ni discapacidad, lo bendecido que soy de poder ver, oír, caminar y comer. Olvido que este cuerpo, con todas sus imperfecciones, es un regalo de Ti para mí.

Cuando critique mi apariencia, recuérdame, Dios, que estoy creado a Tu sagrada imagen. Si llego a sentir celos de la apariencia de alguien más, enséñame a valorar mi aspecto único.

Ayúdame, Dios, a cuidar mi cuerpo. Enséñame a abstenerme de cualquier acción que pueda dañarme. Si caigo presa de un hábito autodestructivo, lléname de fuerza para vencer mis deseos intensos.

Dios, guíame para usar mi cuerpo sabiamente. Dios, guíame para usar cada fibra de mi ser en realizar actos de compasión y bondad.

Gracias, Dios, por crearme tal y como soy. Amén.

Orar por las noches puede calmar la ansiedad y mejorar el sueño

Todos sabemos cómo prepararnos para dormir. Nos desvestimos, nos ponemos la pijama, nos lavamos los dientes. Pero, ¿qué hay de nuestra alma? ¿Qué hacemos con nuestros miedos? ¿Con nuestros anhelos? ¿Con nuestro sufrimiento? ¿Con nuestra inspiración?

Decir una oración por la noche nos ayuda a conciliar el sueño en vez de alejarlo. Nos puede ayudar a aprender de la oscuridad en lugar de temerle. Puede darles consuelo a nuestra mente y a nuestro corazón. Puede transformar la ansiedad en asombro, la tensión en confianza y la inquietud en paz.

Cuando se acueste en su cama, tómese un minuto para decirle a Dios lo que necesite y que un dulce sueño le rodee toda la noche.

Oración para decir por la noche para calmar la ansiedad

Con la oscuridad viene Tu luz. El cielo y la tierra se vuelven uno solo, ahora, los cielos parecen más cercanos y las cargas del día, de alguna manera, más lejanas. Casi puedo sentir Tu presencia.

Dios, vela por mí en cuerpo y alma. Quédate conmigo durante la noche. Protégeme de todo mal. Disipa mis miedos. Envíame sueños dulces, llena mi corazón con Tu paz y tranquiliza mi mente. Y, al amanecer, por favor, devuélveme una nueva vida. Amén.

La oración y la fe pueden ayudarnos a acoger el poder sanador de Dios

Es natural asustarnos cuando nos enfermamos. Nos sentimos vulnerables. Nos preocupamos y queremos saber que todo resultará bien. A veces, nos sentimos solos incluso si nuestros seres amados están con nosotros. La enfermedad está en nuestro interior y nadie más sabe exactamente lo que sentimos.

La oración tiene el poder de transformar el miedo en fe. Nos recuerda que nunca estamos solos. Todo lo que somos, en cuerpo y alma, está en manos de Dios, cuya presencia llena el universo y quien está tan cerca de nosotros como nuestra propia respiración. No importa lo que este mundo impredecible nos depare, con Dios a nuestro lado podemos encontrar la fuerza para enfrentar nuestros miedos. Así que, ore y reciba el poder sanador de Dios.

Una bendición para sanar (para la sanación física y espiritual y que se puede decir con la imposición de manos)

Que Dios sane tu cuerpo y alma.

Que tu dolor cese.

Que tu fuerza aumente.

Que tus miedos sean liberados.

Que las bendiciones de alegría, paz y amor te rodeen.

Amén.

Oración de agradecimiento por la sanación

Pensé que me habías olvidado, sentí abandono y soledad. Te recé, pero nunca respondiste. Te busqué, pero no pude encontrarte. Y entonces, sin aviso, me cubriste con Tu amor y me enseñaste a no tener miedo. Me calmaste, me sanaste, me bendijiste, extendiste Tu consuelo sobre todos los seres vivos.

Gracias, Dios, por darme la vida y por salvarme la vida. Amén.

La menopausia: un proceso sagrado

Nos reconfortan los ritmos predecibles de Dios. El sonido de nuestra respiración al inhalar y exhalar, el latido de nuestro corazón. Las olas que se estrellan contra la orilla y retroceden, se estrellan y retroceden. Día tras día, el sol sale y se pone, la luna crece y mengua. Pero el ciclo mensual de una mujer inevitablemente llega a su fin.

Desde que éramos niñas y anhelábamos tener pechos, hemos sido dueñas de este ritmo. Es una bendición agridulce. En la adolescencia, tememos sentir cólicos, tener hinchazón y sangrar. A medida que nos volvemos sexualmente activas, odiamos cómo nuestro ciclo interfiere con la espontaneidad y nos obliga a preocuparnos por la anticoncepción.

Pero, a medida que maduramos, nos damos cuenta de que nuestro ciclo menstrual es un regalo sagrado, un símbolo de fecundidad, un espacio fértil dentro de nosotras. Y pronto nos embarazamos, nuestro vientre crece más y más, y damos a luz a una nueva vida.

Traer a nuestros hijos a este mundo es una bendición inimaginable. E, incluso después de dejar de tener hijos, nuestro ciclo menstrual se queda como un recordatorio mensual de que estamos frescas, en nuestros años fértiles, y de que todavía hay un río de vida fluyendo a través de nuestro útero. Cuando ese río se seca, nos sentimos tristes. Extrañamos la bendición de ser dadoras de vida.

Oración por la menopausia

Ayúdame, Dios, a abrazar el ciclo de la vida.

Cuando mis emociones fluctúen, dame equilibrio. Cuando la temperatura de mi cuerpo aumente, cúbreme con tu manto fresco y reconfortante. Cuando mi espíritu decaiga, levántame, Dios. Recuérdame que soy bendecida, que soy hermosa, que soy deseable, que estoy completa. Cuando me encuentre envidiando a mujeres más jóvenes, enséñame, Dios, cómo regocijarme en la alegría de los demás. Permíteme notar los abundantes regalos que me rodean cada día.

Gracias, Dios, por hacerme mujer, por la belleza de la juventud, por la alegría del matrimonio, por el milagro del parto, por las bendiciones de la maternidad, por la belleza que acompaña a la edad, por la sabiduría que adquirí en mis años.

Dios, me consuelan Tus ritmos predecibles. Amén.

Celebrando la jubilación

La jubilación es un hito que debemos consagrar. Un valioso colega ha llegado a la edad de jubilación después de años de dedicación, liderazgo y creatividad. Un ser humano valioso que ha dejado una huella indeleble en un lugar de trabajo y en nuestra sociedad. Con demasiada frecuencia, permitimos que las personas se retiren tranquilamente sin brindarles el honor que se les debe.

Una bendición para agradecer la jubilación

Gracias por tu perspicacia, tu guía, tu compañía, tu integridad y todos los sacrificios que hiciste.

Que Dios bendiga el camino que tomes.

Que Dios bendiga tus futuras labores con éxito.

Que tu recién recuperada libertad te traiga gran placer y profunda satisfacción.

Que Dios bendiga tu cuerpo con salud y tu alma con alegría.

Que tu trabajo aquí siga floreciendo en tu ausencia.

Que continúes esparciendo tu bondad y sabiduría sobre nosotros durante muchos años más.

Que Dios te cuide y te proteja del daño.

Que todas tus oraciones sean respondidas. Amén.

Celebrando la jubilación: cómo convertir el miedo en realización

Siempre que conocemos a alguien nuevo, la primera pregunta que nos hace es «¿a qué te dedicas?». ¿Cómo se supone que debemos responder cuando nuestros años de trabajo terminaron?

Muchos de nosotros asumimos que el trabajo nos trae respeto. ¿Por qué debería alguien preocuparse por nosotros después de que perdimos nuestra posición de estatus?

Cuando dejamos de trabajar, surge otro miedo. De repente, descubrimos que no nos conocemos bien a nosotros mismos. De niños, tuvimos intereses y pasiones, pero ahora, no estamos seguros de qué nos gusta. Algunos de nosotros no hemos dejado de trabajar durante años. Incluso en vacaciones, seguimos trabajando en nuestra mente. No estamos seguros de cómo disfrutar algo más.

No hay duda de que la jubilación es una transición que saca a la luz muchos miedos. No obstante, la jubilación también puede traer consigo una alegría indescriptible, una libertad inesperada, un vigor renovado y un sentido de autoestima más profundo y verdadero.

Oración para agradecer la jubilación: aceptando la recién recuperada libertad

Tengo miedo, Dios. ¿Quién soy sin mi puesto? ¿Sin un horario? Sin mi empleo.

Enséñame, Dios. Muéstrame quién soy. Recuérdame que no soy mi trabajo ni lo he sido nunca.

Abre mis ojos a la belleza que me rodea. Abre mi corazón al amor. Abre mis brazos a los familiares y amigos para quienes nunca tuve tiempo. Abre mi mente al vasto mundo del conocimiento que yace ante mí. Permíteme escuchar los gritos de aquellos que necesitan desesperadamente mi ayuda.

Lléname de compasión, Dios. Déjame transformar las dudas que tengo en actos de bondad y caridad. Calma mis miedos, Dios. Recuérdame que soy esencial, que me necesitan, que importo y que me aman.

Enséñame a abrazar esta preciosa libertad que me ha sido concedida. Por primera vez en mucho tiempo, puedo elegir pasar mis días como quiera, explorar lo que quiera, viajar a donde quiera.

Ayúdame a vivir este tiempo con sabiduría, Dios. Guíame por el camino del sentido, de la satisfacción, de la alegría, de la paz. Quédate conmigo, Dios. Hazme saber que estás cerca. Amén.

Encontrando apoyo en la familia y la comunidad: aprender a pedir ayuda

Cuando somos jóvenes, depositamos nuestra confianza en nosotros mismos, pero, a medida que envejecemos, nuestros cuerpos nos traicionan. Nuestra memoria se burla de nosotros. Nuestras piernas se cansan de llevarnos. Nuestros ojos nos engañan. Nuestros oídos no cooperan. Nuestras manos se niegan a obedecernos. Nuestro estómago se rebela y nuestro buen aspecto nos abandona. Debemos aprender a cómo depender de otros.

Podemos reírnos de esto, pero por dentro estamos aterrados. Nos asusta sentirnos inútiles. No queremos convertirnos en una carga para nuestros hijos. Durante años hemos cuidado de ellos; ahora, quizá tengamos que aprender a dejar que ellos cuiden de nosotros.

Oración para tener la fortaleza para pedir ayuda

Dios, no quiero ser una carga. Definitivamente, no deseo dar lástima, pero ya no puedo hacerlo todo solo.

Ayúdame, Dios. Enséñame a no tener miedo de depender de otros. Muéstrame cómo aceptar la amabilidad y cómo pedir ayuda. Enséñame, Dios, que mis hijos aún me aman a pesar de que ya están grandes.

Aún tengo mucho que ofrecer, Dios. Ayúdame a encontrar maneras para transmitir mi sabiduría, para compartir mi amor, para darme cuenta de mis talentos, para ofrecer mi consuelo y apoyo.

Pero sobre todo, deposito mi confianza en Ti, Dios. Dejo mi cuerpo y alma en Tus manos, y rezo porque estés conmigo. Amén.

Oración para pedir fortaleza para un hijo que debe cuidar de un padre de la tercera edad

Es muy doloroso, Dios, ver a mi madre empezar a flaquear. Siempre he contado con ella y ahora ella necesita contar conmigo. Amo a mi madre; no soporto que nuestros papeles se hayan invertido. No quiero verla en su debilidad. Sé que este cambio es humillante para ella. No quiere sentirse indefensa o dependiente. Pero ahora me necesita.

Ayúdame, Dios, a estar a la altura de esta circunstancia crítica. Muéstrame cómo cuidar a mi madre con respeto, ternura y amor. Lléname de compasión y paciencia. Protégeme de sentir ira y resentimiento.

Calma mis temores y dame fuerza, Dios. Ayúdame a buscar alivio y apoyo cuando la carga sea grande.

Dale fuerza, Dios. Bendícela con dignidad, gracia y salud. Amén.

Última actualización o revisión el agosto 21, 2025