

¿Su hijo tiene problemas para dormir? El insomnio, los miedos a la hora de dormir, las pesadillas y orinarse en la cama son problemas de sueño frecuentes entre los niños. Estos consejos pueden garantizar que su hijo aproveche el descanso necesario.
Los problemas de sueño son comunes entre los niños, sobre todo cuando son pequeños. El insomnio, los miedos a la hora de dormir, las pesadillas, el sonambulismo y orinarse en la cama pueden alterar el patrón natural de sueño de su hijo. Algunos niños pueden no sentirse cansados a la hora designada para acostarse, mientras que otros tienen problemas para conciliar el sueño sin la presencia de uno de sus padres. Algunos niños se despiertan con frecuencia a mitad de la noche, se despiertan por completo de repente, y dan vueltas en la cama o van a despertar a mamá y papá.
Puede ser frustrante que su propio sueño se vea perturbado con regularidad y que luego tenga que apresurarse por la mañana porque su hijo se levanta tarde, o tener que lidiar con un niño inquieto y malhumorado que duerme poco. Pero hay esperanza.
Muchos problemas de sueño en la infancia están relacionados con el comportamiento diurno y los hábitos a la hora de acostarse que puede practicar con su hijo para cambiar. Con un poco de paciencia y disciplina, puede ayudar a su hijo a superar sus dificultades para dormir, ayudarle a conciliar el sueño y a permanecer dormido, y volver a tener noches más reparadoras usted mismo.
Para funcionar lo mejor posible, los niños y los adolescentes suelen necesitar dormir más que los adultos. La siguiente tabla resume las horas recomendadas que los niños en desarrollo deben pasar durmiendo.
Grupo de edad | Tiempo de sueño recomendado |
---|---|
Bebés (de 4 a 12 meses) | De 12 a 16 horas (incluyendo siestas) |
Niños pequeños (de 1 a 2 años) | De 11 a 14 horas (incluyendo siestas) |
Niños (de 3 a 5 años) | De 10 a 13 horas (incluyendo siestas) |
Niños (de 6 a 12 años) | De 9 a 12 horas |
Adolescentes (de 13 a 18 años) | De 8 a 12 horas |
Los niños, al igual que los adultos, tienen problemas para controlar su estado de ánimo cuando no duermen lo suficiente. El sueño, o la falta del mismo, afecta en gran medida al comportamiento y estado de ánimo del niño. En algunos casos, los síntomas de falta de sueño pueden incluso imitar los del TDAH (ADHD, por sus siglas en inglés).
La falta de sueño en los niños se puede manifestar de las siguientes formas:
Si su hijo se despierta a menudo por la noche o tiene problemas para calmarse, podría significar que está luchando contra el insomnio, uno de los mayores problemas de sueño entre los niños.
El insomnio es la incapacidad de conciliar el sueño o de permanecer dormido durante la noche, lo que resulta en un sueño poco reparador. A menudo, el problema se resuelve por sí solo con el tiempo. Pero si su hijo presenta dificultades para dormir más de tres veces por semana durante varios meses, y eso perjudica de manera significativa su funcionamiento durante el día, puede ser un indicativo de insomnio u otro trastorno del sueño.
Para muchos niños, las dificultades para conciliar el sueño o quedarse dormidos se originan a partir de los hábitos diurnos o en cómo pasan el tiempo justo antes de acostarse. Comer demasiados alimentos azucarados durante el día, por ejemplo, o ver la televisión justo antes de acostarse podría bastar para alterar el sueño de su hijo. Por supuesto, a los niños más pequeños les cuesta trabajo establecer la conexión entre sus hábitos y la calidad de su sueño, por lo que usted tendrá que actuar como detective del sueño en su nombre.
Otras razones comunes por las que su hijo puede estar sufriendo dificultades para dormir incluyen:
A veces, el insomnio de un niño puede deberse a que tiene asignado más tiempo para dormir del que necesita cada noche. En estos casos, su hijo podría resistirse a la hora de acostarse o despertarse por la noche o demasiado pronto por la mañana. Para encontrar una hora ideal para irse a la cama, fíjese en el momento en que a su hijo empieza a darle sueño por la noche. Esa es la hora a la que debería irse a la cama, así que empiece su rutina de acostarse unos 45 minutos antes. Si permanece despierto por mucho más tiempo, podría recuperar energía de forma repentina y volverse más difícil de manejar.
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Realice la evaluación HelpGuide es un apoyo para el usuario. Ganamos una comisión si se registra en los servicios de BetterHelp después de hacer clic en este sitio. Obtenga más informaciónAunque establecer buenos hábitos de vida puede ayudar a garantizar una noche de descanso a un niño de cualquier edad, es especialmente importante para los niños mayores y los adolescentes.
Asegúrese de que su hijo utilice su cama solo para dormir. Si es posible, anímele a utilizar su cama solo para dormir y a seguir un ritual antes de acostarse (como leer un libro) en lugar de hacer la tarea, por ejemplo. De lo contrario, asociará la cama con otras actividades, y no con el descanso y la relajación. Del mismo modo, no utilice la habitación de su hijo como lugar de castigo o terminará asociándolo con algo negativo.
Asegúrese de que su habitación sea cómoda. La mayoría de los niños duermen mejor en una habitación ligeramente fresca (alrededor de 65 grados fahrenheit [18 grados centígrados]). Si hay ruido del exterior, utilizar ruido blanco de un ventilador o una máquina de sonido puede ayudar a ocultarlo. Asegúrese de que el colchón de su hijo sea cómodo y no esté sobrecargado de juguetes, ya que eso puede distraerle a la hora de dormir.
Intente mantener el mismo horario de sueño, incluso los fines de semana. Esto facilitará que su hijo se despierte y se duerma de forma natural. Los adolescentes no deberían necesitar dormir mucho más de una hora después de su hora habitual de levantarse los fines de semana. Si lo hacen, quiere decir que no están durmiendo lo suficiente durante la semana.
Evite que su hijo se vaya a la cama demasiado hambriento o lleno. Un tentempié ligero (como leche caliente y un plátano) antes de acostarse es una buena idea. Sin embargo, las comidas pesadas una o dos horas antes de la hora de acostarse pueden mantener despiertos a los niños.
Fomente un estilo de vida activo. El ejercicio regular previene la inquietud nocturna. Una hora diaria es la cantidad recomendada. Sin embargo, intente que sus hijos no realicen actividades vigorosas en las tres horas previas a la hora de acostarse.
Fomente la exposición a la luz natural a primera hora de la mañana. Abrir las persianas ayuda a su hijo a despertarse y significa el comienzo del día.
Preste atención a la siesta. Los niños suelen necesitar al menos cuatro horas entre periodos de sueño antes de estar lo suficientemente cansados como para volver a dormirse. Aunque las necesidades de siesta pueden variar, asegúrese de que su hijo no duerma demasiado tiempo o demasiado cerca de la hora de acostarse.
Establezca límites con los aparatos electrónicos. La luz azul que emiten la televisión, los teléfonos, las tabletas y los videojuegos puede alterar el ciclo de sueño/vigilia del organismo y dificulta el sueño. Apague estos aparatos al menos una hora antes de acostarse y guárdelos fuera de la habitación de su hijo durante las horas de sueño.
Pasen tiempo de calidad juntos. Algunos niños quieren quedarse despiertos hasta más tarde porque ansían más atención de sus padres. Si ambos padres trabajan durante el día, por las noches es cuando están disponibles. Incluso el simple hecho de preguntar a los niños por sus amigos o intereses puede ayudar mucho. En el caso de los bebés, dedíqueles unos minutos cantándoles, estableciendo contacto visual o interactuando de forma suave mientras se relajan antes de dormir.
Además de los hábitos diurnos y las rutinas a la hora de acostarse, los niños suelen encontrar otros obstáculos para dormir bien. El miedo a la oscuridad, los sueños feos, las pesadillas, el sonambulismo y orinarse en la cama son otros problemas del sueño con los que los niños suelen lidiar.
Aunque la mayoría supera rápido estos problemas, hay muchas formas de abordar los problemas de sueño y asegurarse de que su hijo, y usted, descansen bien por la noche.
En algún momento de la infancia, la mayoría de los niños sienten miedo a la oscuridad o a irse a la cama por la noche. Muchos niños, sobre todo pequeños, tienen dificultades para distinguir entre lo que es real de lo que es imaginario, así que aunque la idea de monstruos debajo de la cama pueda parecerle una tontería a usted, a su hijo puede parecerle muy real y muy aterradora.
Aunque es importante dejar que su hijo exprese sus temores sin que usted los desestime o ridiculice, también es importante no apoyar ni legitimar sus preocupaciones. En lugar de utilizar «cuentos de hadas» para deshacerse de los monstruos o agitar una varita mágica para ahuyentar a cualquier fantasma, por ejemplo, es mejor que explique a su hijo cómo su imaginación puede engañarle y hacerle confundir cosas normales, como sombras o crujidos, con algo aterrador.
[Lea: Ansiedad en niños y adolescentes: Una guía para padres]
También puede hacer lo siguiente:
Empiece por comprender sus miedos. Reconozca los temores de su hijo y empatice con ellos antes de asegurarle que su preocupación está separada de la realidad y que no va a ocurrir nada malo.
Utilice una luz nocturna para dar a su hijo una seguridad adicional en la cama por la noche, siempre que no sea lo suficientemente brillante como para perturbar el sueño.
Deje que su hijo tenga un objeto de seguridad con él por la noche, como un peluche o una cobija especial. Tener una mascota en la habitación que le acompañe también puede ayudar a disipar sus temores, siempre que no le interrumpa el sueño.
Ayude a su hijo a explorar sus miedos a la hora de dormir durante el día. Haga que revise debajo de la cama para comprobar que no hay nada, por ejemplo. Hablar de sus miedos durante el día y no a la hora de acostarse también puede ayudar a reforzar su confianza en sí mismos y hacer que estén menos ansiosos por la noche.
Evite libros, películas o programas de televisión de terror, incluso durante el día. Estos solo alimentarán la imaginación de su hijo y aumentarán sus temores por la noche.
Anime a su hijo a quedarse en la cama, aunque se despierte por la noche. La intención es que su hijo aprenda que su cama es un lugar seguro, así que es mejor acompañarle mientras se vuelve a dormir que sacarlo de su habitación.
Cuando los niños llegan a la edad preescolar y el miedo a la oscuridad tiende a instalarse, también se vuelven más propensos a las pesadillas. Cualquier problema o sentimiento con el que estén lidiando durante el día puede manifestarse en sueños perturbadores por la noche. Además de abordar sus miedos y ansiedad a la hora de dormir (antes mencionados), es importante que hable con su hijo sobre cualquier cambio que esté pasando en su vida. Cambiarse de casa o de escuela, la separación de los padres o la incorporación de un nuevo hermano a la familia pueden alimentar la incertidumbre en la vida de un niño y provocar pesadillas.
Sea cual sea la edad o las circunstancias de su hijo, tómese un tiempo cada día para ver cómo está y mantenerse al día de lo que ocurre en su vida y de cualquier problema que pueda tener en la escuela o con sus amigos. Si su hijo le despierta después de una pesadilla, tranquilícelo diciéndole que no es real, pero no se detenga demasiado en el contenido del sueño aterrador. En su lugar, enfóquese en prepararle para dormir de nuevo.
Los terrores nocturnos son episodios de gritos, sacudidas y miedo intenso mientras su hijo duerme. Aunque puede ser inquietante presenciar cómo su hijo tiene terrores nocturnos, no suele ser motivo de preocupación. Suelen ser consecuencia del estrés, la falta de sueño, un nuevo medicamento o cambios en el entorno del sueño, y la mayoría de los niños los superan en la adolescencia. A diferencia de las pesadillas, su hijo permanece dormido y es probable que no recuerde nada del suceso a la mañana siguiente.
Puesto que intentar despertar a su hijo de un terror nocturno puede causarle más angustia, guíelo suavemente de vuelta a la cama o espere a que vuelva a dormirse. Puede tranquilizarle con una palmada en la espalda o apretándole la mano. La mayoría de los incidentes no duran más de unos minutos.
Aunque no existe una “cura” para los terrores nocturnos, puede tomar medidas preventivas para garantizar la seguridad de su hijo. Si el niño se mueve durante un episodio de terror nocturno, asegúrese de que las puertas que dan al exterior de la casa estén cerradas con llave, coloque una puerta de seguridad en la parte superior de las escaleras y retire cualquier objeto peligroso o que pueda romperse de los alrededores.
También puede ayudar a su hijo a enfrentarse a cualquier cosa que esté alimentando su estrés y trabajar para disminuir la tensión. Una rutina relajante a la hora de acostarse puede ayudar, al igual que evitar las bebidas con cafeína durante el día. Si los incidentes tienen lugar más o menos a la misma hora todas las noches, podría intentar despertar a su hijo de 15 a 30 minutos antes para ver si eso ayuda.
El sonambulismo no consiste solo en levantarse de la cama; muchos sonámbulos también hablan, se sientan en la cama o realizan movimientos repetitivos como tantear la ropa o frotarse los ojos. Aunque los ojos de su hijo estén abiertos, pueden tener un aspecto vidrioso y, como aún está dormido, no verá de la misma manera que cuando está despierto. Aunque su comportamiento pueda alarmarle, su hijo no es consciente de lo que hace y lo más probable es que no lo recuerde a la mañana siguiente.
Algunos factores que influyen son la falta de sueño, un horario de sueño irregular, una enfermedad, el estrés o ciertos medicamentos. Normalmente no es necesario acudir al médico a menos que los incidentes sean muy regulares, impliquen un comportamiento arriesgado o hagan que su hijo se sienta somnoliento al día siguiente.
Apegarse a un horario de sueño regular y asegurarse de que su hijo descanse lo suficiente suele bastar para resolver la mayoría de los problemas de sonambulismo. También puede ayudar a reducir los niveles de estrés haciendo que su hijo realice actividades relajantes antes de acostarse. Anime a su hijo a ir al baño antes de acostarse, ya que una vejiga llena también puede contribuir al sonambulismo.
No intente despertar a un sonámbulo, ya que podría asustarle. En su lugar, guíele suavemente de vuelta a su propia cama. Asegúrese de que las ventanas y las puertas estén cerradas y considere la posibilidad de instalar una puerta de seguridad fuera de la habitación de su hijo o en la parte de arriba de las escaleras. Retire los objetos afilados o frágiles de alrededor de su cama y despeje cualquier desorden o juguete con el que pudiera tropezar por la noche.
Si su hijo comparte habitación con un hermano, no le deje dormir en la cama superior de una litera. Aunque el sonambulismo suele detenerse en la adolescencia, mantenga las llaves del coche alejadas de los niños que tengan edad suficiente para conducir.
Aunque sean capaces de ir al baño correctamente durante el día, algunos niños pequeños pueden tener problemas de control de la vejiga por la noche, lo que puede resultar humillante y estresante. Orinarse en la cama suele darse en niños de dos a cuatro años. Sin embargo, también puede continuar con los niños en edad escolar. Si ambos padres se orinaban en la cama cuando eran pequeños, es probable que su hijo también lo haga.
Otras posibles causas de orinar la cama son:
Aunque su hijo sepa que no tiene la culpa, orinarse en la cama a menudo le hace sentir mucha vergüenza y culpa. Puede sentirse reacio a quedarse a dormir en casa de un amigo o a ir de campamento, por ejemplo.
Asegúrele que no les culpa por ello y ponga una regla de «no burlarse» en su casa. Si usted u otro miembro de su familia también mojaba la cama, puede que a su hijo le haga sentirse mejor saberlo. Estas son otras formas de gestionar la situación:
Si su hijo lleva seis meses de haber aprendido a ir al baño, y luego empieza a orinarse en la cama, podría indicar un problema médico que requiere la atención de su doctor. Esto es especialmente probable si el hecho de mojar la cama se produce junto con otros cambios en su hijo, como: u003culu003e u003cliu003edolor o sensación de ardor al orinaru003c/liu003e u003cliu003emanchas de sangre turbia o rosa en su ropa interioru003c/liu003e u003cliu003eorinarse en la ropa durante el díau003c/liu003e u003cliu003ehinchazón de los pies o los tobillosu003c/liu003e u003cliu003eorinarse en la cama con siete años de edad o másu003c/liu003e u003c/ulu003e Orinarse en la cama de forma frecuente, en especial si el niño tiene más de siete años o ya lo había superado, también puede ser una u003ca href=u0022https://www.helpguide.org/articles/abuse/child-abuse-and-neglect.htmu0022u003eseñal de abuso sexualu003c/au003e.
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