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Enfermedad y discapacidad

Síntomas del COVID persistente, depresión y ayuda

¿Los efectos secundarios del COVID-19 le dejaron con depresión, ansiedad, fatiga o con problemas de sueño y concentración? A continuación le decimos cómo reconocer los síntomas del COVID persistente y cómo obtener la ayuda que necesita.

¿Qué es el COVID persistente?

El COVID persistente es la afección en la que los efectos del COVID-19 perduran durante semanas o meses tras la enfermedad inicial, incluso si el virus ya no se detecta en el cuerpo. Si bien la mayoría de las personas que contraen el coronavirus se recuperan en unas cuantas semanas, otras experimentan síntomas a largo plazo que incluyen fatiga, problemas respiratorios (como dificultad para respirar) y problemas psicológicos como depresión, ansiedad, problemas para dormir y confusión mental.

Conocido como síndrome pos-COVID-19, COVID de larga duración o COVID persistente, sus efectos pueden afectar su capacidad para trabajar, estudiar, controlar sus finanzas, participar en actividades sociales y tomar decisiones. Incluso las actividades físicas ligeras, como las tareas del hogar, conducir o hacer una llamada telefónica, pueden hacer que se sienta exhausto y con dolor.

Es posible que esté inusualmente olvidadizo, le parezca difícil concentrarse en tareas sencillas o sienta que no puede pensar con claridad. Algunas personas con COVID persistente sienten que su cabeza está nublada o confundida, lo que les dificulta hacer cálculos matemáticos, por ejemplo, o encontrar las palabras adecuadas. Como persona que padece COVID persistente, es posible que también sufra cambios de ánimo, que comúnmente presenten síntomas de ansiedad, depresión o trastorno de estrés postraumático (TEPT o PTSD, por sus siglas en inglés).

Por supuesto, debido a que es un virus muy nuevo, aún hay muchas cosas que no están claras sobre los efectos duraderos del COVID-19, incluido por qué a algunas personas les afecta el COVID persistente, qué causa exactamente los síntomas o cuánto tiempo es probable que duren.

¿Qué tan común es el COVID persistente?

Los resultados de diferentes estudios han variado enormemente, pero un estudio reciente estima que es posible que alrededor del 30 por ciento de los pacientes que tuvieron COVID-19 agudo se vean afectados por síntomas persistentes como depresión, fatiga y problemas de sueño. Incluso aquellos que no fueron hospitalizados y solo tuvieron síntomas leves de coronavirus pueden experimentar COVID persistente.

La investigación quizás más sorprendente ha sugerido que hasta un tercio de los sobrevivientes de COVID-19 tienen probabilidad de sufrir problemas neurológicos o de salud mental dentro de los seis meses siguientes, desde trastornos del estado de ánimo hasta demencia o derrames cerebrales.

Es posible que las personas que no están vacunadas tengan un mayor riesgo de desarrollar COVID persistente. Las personas con afecciones médicas preexistentes o que fueron hospitalizadas por COVID-19 tienen más probabilidad de desarrollar síntomas psiquiátricos o neurológicos.

Sin embargo, si ha tenido y se ha recuperado del COVID-19, no deje que las cifras le alarmen. Muchos síntomas del COVID persistente son difíciles de cuantificar. También es común que efectos en la salud a largo plazo, como la fatiga, la ansiedad y el TEPT, aparezcan después del tratamiento de cualquier enfermedad que amenace la vida, especialmente si implica hospitalización.

[Lea: Cómo hacer frente a una enfermedad que amenaza la vida o un evento de salud grave]

Ya sea que sus síntomas estén directamente relacionados con el virus o con un síndrome posviral no significa que su sufrimiento sea menos real o que no pueda mejorar cómo se siente. Si bien todavía hay mucho que no sabemos sobre el COVID persistente, hay medidas que puede tomar para aliviar sus síntomas, recuperar su salud y mejorar su estado de ánimo.

Síntomas del COVID persistente

El COVID persistente se define generalmente como las afecciones que continúan o surgen después de una infección aguda por COVID-19. Algunas autoridades médicas e investigadores la definen como una prolongación de algunas semanas tras la recuperación; otras, de varios meses. Y si bien tampoco existen criterios de diagnóstico establecidos, los síntomas más comunes que se informan incluyen:

Síntomas físicos

  • Fatiga, dolores musculares y debilidad
  • Dolor en el pecho y palpitaciones en el corazón
  • Dolor de cabeza
  • Dificultad para respirar
  • Dolor en las articulaciones
  • Sarpullido o pérdida de cabello
  • Fiebre intermitente
  • Tos

Síntomas mentales o neurológicos

  • Problemas de memoria y concentración
  • Dificultad para pensar con claridad (confusión mental por COVID)
  • Alteración del sueño, desde dormir mucho hasta tener insomnio
  • Depresión
  • Ansiedad
  • TEPT
  • Cambios en el estado de ánimo, emociones extremas
  • Olfato y gusto alterados

La naturaleza y alcance de los síntomas pueden variar mucho de una persona a otra. Los síntomas también pueden fluctuar, por lo que es posible que se sienta más fatigado un día que el siguiente, por ejemplo, que note que las emociones difíciles van y vienen, o que sienta menos agudeza mental ciertos días. También es posible que se enfrente a la falta de comprensión de otras personas, en casa o en el trabajo, que piensen que para este momento ya debería estar recuperado o incluso que le acusan de estar fingiendo la enfermedad. Si no puede trabajar, el estrés y la preocupación adicionales por perder sus ingresos pueden empeorar aún más sus síntomas.

[Lea: Cómo sobrellevar el estrés financiero]

Con menor frecuencia, algunas personas que se recuperan del COVID-19 tienen complicaciones graves a largo plazo que afectan el funcionamiento de los pulmones, los riñones, el corazón o el cerebro. Otras personas informan una sensibilidad a la luz y a los sonidos, moretones excesivos o entumecimiento de las extremidades. Experimentar síntomas tan perturbadores puede afectar aún más su salud mental y bienestar.

Causas

Las afecciones posvirales no son inusuales; otras infecciones virales también pueden tener efectos duraderos. La meningitis y la fiebre glandular, por ejemplo, pueden desencadenar el síndrome de fatiga crónica. La pandemia de gripe de 1918 se relacionó con casos de encefalitis (inflamación del cerebro), mientras que el brote de síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés) de 2003 dejó a algunos pacientes con síntomas parecidos a los de la gripe, similares a los del COVID persistente.

Si bien aún no sabemos por qué algunas personas sufren de COVID persistente y otras no, los factores que contribuyen podrían incluir:

  • Inflamación del cerebro o del sistema inmunológico causada por el virus.
  • Una respuesta reducida o ausente de los anticuerpos del sistema inmunológico.
  • Experimentar una recaída o una reinfección de COVID.
  • Trauma posterior al estrés de la hospitalización o de los cuidados intensivos.
  • Pérdida de condición física o disminución de la salud física después del periodo de reposo en cama e inactividad mientras se tuvo la infección por COVID-19.
  • Daño al sistema inmunitario, pulmones u otros órganos ocasionado por el virus o por los niveles bajos de oxígeno.

Tratamiento

Actualmente, no existe un tratamiento establecido dirigido específicamente al COVID persistente. Tampoco hay un consenso claro sobre si el Paxlovid (nirmatrelvir y ritonavir), el tratamiento principal para el COVID-19, es eficaz para el COVID persistente. Si bien esta incertidumbre puede ser frustrante, se están realizando investigaciones para determinar más a fondo qué medicamentos pueden ser útiles.

Dado que es posible que el COVID persistente lo ocasione un aumento de la inflamación, la naltrexona en dosis baja, un medicamento que actúa sobre la inflamación en otras afecciones asociadas con la fatiga crónica, se está estudiando actualmente en ensayos clínicos como posible tratamiento. También se está investigando otro medicamento antiinflamatorio, el aripiprazol. Sin embargo, llevará tiempo determinar su seguridad y eficacia para las personas con COVID persistente.

Qué debe hacer si tiene COVID persistente

Dado que los síntomas y el impacto del COVID persistente pueden variar mucho entre los pacientes, es importante adaptar las estrategias de afrontamiento a sus síntomas específicos. Los problemas físicos, como la dificultad para respirar, la fiebre y el dolor, pueden dejarlo sin energía, mentalmente exhausto y provocar un estado de ánimo deprimido, lo cual requiere de diferentes habilidades de afrontamiento.

Si bien puede sentirse como algo abrumador, hay medidas que puede tomar para cuidar de su salud en general y aliviar su angustia en este difícil momento.

Busque ayuda médica de inmediato si siente dolor en el pecho, dificultad para respirar, un cambio considerable de peso o no puede mantenerse despierto, comer o beber. Es posible que su médico también pueda ayudar a aliviar los síntomas físicos y descartar cualquier complicación grave o causa subyacente.

Vacúnese. Algunos estudios indican que hay una reducción del 30 % en el riesgo de padecer COVID persistente si se vacuna. Si bien las investigaciones continúan para determinar si las vacunas también pueden reducir la gravedad de los síntomas de COVID persistente, un estudio reciente demostró que recibir una vacuna después de tener COVID persistente se asoció con presentar menos síntomas, menos inflamación y tener una mayor sensación de bienestar.

Continúe tomando precauciones para evitar volver a infectarse. Independientemente de la gravedad de su infección, siempre existe el riesgo de tener síntomas a largo plazo cada vez que tenga COVID. Por lo tanto, es importante evitar volver a infectarse. Esto podría significar usar un cubrebocas si está en espacios públicos, evitar viajes no esenciales o usar un desinfectante para manos.

Siga una dieta saludable. Los alimentos que consume pueden afectar tanto su estado de ánimo como sus niveles de energía. Intente llevar una dieta equilibrada y nutritiva rica en frutas y verduras. Si sus síntomas físicos hacen que sienta náuseas, intente comer poco y con frecuencia, y concéntrese en los alimentos ricos en almidón. Si está demasiado cansado como para comprar y preparar sus propias comidas, pida ayuda a un ser querido, pida sus víveres en línea o suscríbase a un servicio de entrega de paquetes de comidas.

Pruebe la acupuntura. Puede ayudar a reducir la inflamación y reforzar su sistema inmunológico.

Limite el consumo de alcohol y cafeína. Ambos pueden alterar su sueño y afectar de forma negativa su sistema inmunitario. La cafeína puede darle un impulso a corto plazo, pero puede provocar una fuerte disminución de energía después.

Deje de fumar. La nicotina del tabaco aumenta el ritmo cardiaco y la presión arterial, irrita el sistema respiratorio y reduce la función pulmonar, lo cual agravará los síntomas del COVID persistente. Si bien dejar de fumar puede ser difícil, su circulación y respiración mejorarán muy rápido.

Encuentre apoyo. Este es un momento en el que más necesita la ayuda y el apoyo de los demás. Sin embargo, sentirse constantemente fatigado y con dolor puede dificultar comunicarse con otras personas e incluso hacer que se distancie. Es posible que a algunas personas les parezca difícil comprender por qué persisten sus síntomas, lo que hace que se sienta aún más aislado y solo. Intente ponerse en contacto con un ser querido comprensivo o conectar con un grupo de apoyo en línea (consulte la sección “Obtenga más ayuda” a continuación).

Además de cuidar su salud y bienestar general, puede utilizar los siguientes consejos para afrontar algunos de los síntomas más comunes del COVID persistente:

Consejo 1: controle la fatiga

La fatiga constante es uno de los síntomas reportados más frecuentes del COVID persistente. Cada persona experimentará diferentes tipos de fatiga y distintos niveles de agotamiento. Puede sentirse físicamente agotado solo por tomar una ducha, por ejemplo, o tener confusión mental después de leer o socializar.

Esta inusual disminución en sus niveles de energía puede hacer que sienta estrés y frustración. Si bien puede sentirse impaciente por volver a su rutina diaria y ocuparse de sus responsabilidades laborales y familiares habituales, no intente forzarse a sobrellevar el agotamiento u otros síntomas persistentes de COVID. La mejor manera de controlar la fatiga variará según la persona, pero la paciencia y el autocuidado son fundamentales.

Descanso y relajación. La verdadera relajación no consiste en sentarse en el sofá a ver la televisión. Más bien significa activar la respuesta de relajación natural del cuerpo, un estado de descanso profundo que disminuye el ritmo cardiaco y la presión arterial, y alivia el estrés y la ansiedad. Puede lograr la respuesta de relajación al practicar de forma regular una técnica de relajación como la meditación, la respiración profunda o la relajación muscular progresiva. Programe descansos regulares entre actividades y practique una técnica diferente hasta que encuentre las que funcionen mejor para usted.

[Escuche: Relajación muscular progresiva]

Ejercicio. Si sus síntomas físicos lo permiten, mantenerse activo puede aumentar su energía en lugar de agotarla. Sin embargo, incluso en casos de COVID-19 de leve a moderado sin hospitalización, los expertos recomiendan esperar al menos dos semanas antes de reanudar el ejercicio. Con respecto al COVID persistente, es posible que deba ser aún más paciente consigo mismo, especialmente si sufre malestar post-esfuerzo (PEM, por sus siglas en inglés), también conocido como exacerbación de síntomas post-esfuerzo (PESE, por sus siglas en inglés). Es una afección en la que los síntomas empeoran y la salud se deteriora si se sobreesfuerza. El PEM puede ser frustrante y desalentador, especialmente si es el tipo de persona que disfruta de mantenerse físicamente activo.

Existen maneras de afrontar el PEM. Deberá adoptar una estrategia llamada “autorregulación”. La autorregulación implica identificar sus límites particulares y luego equilibrar con cuidado los periodos de descanso y ejercicio para evitar la reaparición de síntomas. Sea paciente y aumente de forma gradual los niveles de actividad mientras observa los efectos negativos. Por ejemplo, puede dar un paseo corto un día y luego esperar un día o dos para ver cómo responde su cuerpo. Los límites varían de persona a persona, por lo que es posible que desee trabajar con un fisioterapeuta u otro profesional de la salud para determinar qué es lo más seguro para usted.

Evite la estimulación sensorial en exceso. Los lugares ruidosos y concurridos, las tiendas muy iluminadas y los videojuegos, por ejemplo, pueden agotar rápidamente su energía y exacerbar síntomas como dolor de cabeza, ansiedad y confusión mental. En lugar de esto, dedique tiempo a realizar actividades más relajantes, como conversar con un amigo o escuchar un audiolibro.

Use el enfoque de los 3 elementos clave para las tareas diarias

Cuando se sufre de COVID persistente, incluso la actividad más tranquila puede parecer agotadora. Sin embargo, al hacer pequeños cambios en cómo autorregula, planifica y prioriza sus tareas diarias, puede conservar energía y hacer más cosas durante el día.

Autorregulación, planificación y priorización
Autorregúlese al dividir las tareas grandes en tareas más pequeñas y manejables, e incorporando pausas durante y entre las actividades. Por ejemplo, distribuya las tareas del hogar a lo largo del día, tomando un descanso entre cada una. Siéntese mientras se ducha, se cepilla los dientes o lava los platos. Lea o trabaje frente a la computadora durante lapsos cortos, tomando muchos descansos entre ellos.
Planifique formas de espaciar las tareas o prográmelas para los momentos del día en los que se sienta con más energía. Vaya a la tienda cuando haya menos gente, por ejemplo. Cocine suficiente comida para congelar las sobras y comerlas cuando no tenga ganas de cocinar, o planifique usar solo ropa que no necesite planchar.
Priorice las tareas y actividades que sean realmente necesarias y busque alternativas para ahorrar energía. Por ejemplo, compre en línea para no tener que ir a la tienda, pida a un amigo que le ayude a pagar las facturas o a levantar objetos pesados, o deje el trabajo del jardín para cuando se sienta con más fuerzas.

Consejo 2: atienda los problemas de sueño

El sueño ayuda a reforzar el sistema inmunitario y a favorecer tanto los niveles de energía como el estado de ánimo, pero la calidad del sueño es tan importante como la cantidad. Si bien los problemas de sueño pueden desencadenarse debido al COVID persistente, también pueden exacerbar otros síntomas. La mala calidad del sueño durante la noche afecta cómo se siente durante el día, lo que a su vez afecta su capacidad de dormir por la noche. Sin que se dé cuenta, estará atrapado en un círculo vicioso de falta de sueño y de aumento de fatiga diurna.

Un estudio de 2022 descubrió que al menos el 40 por ciento de las personas con COVID persistente experimentan problemas de sueño de moderados a graves. Algunas personas tienen dificultades para conciliar el sueño por la noche o se despiertan sin sentirse descansadas. Otras tienden a dormir demasiado, durmiendo más de nueve o diez horas seguidas. Esto puede resultar en estar cansado durante el día, no tener energía y tener problemas de concentración. En muchos casos, puede lograr un mejor horario de sueño si adopta hábitos de sueño más saludables.

Mejore su calidad de sueño por la noche

Optimice sus hábitos a la hora de acostarse y su entorno de sueño. Acuéstese y levántese a la misma hora todos los días, evite el alcohol por la noche y apague las pantallas al menos una hora antes de acostarse. Intente que su habitación sea lo más cómoda, oscura y silenciosa posible.

Adopte un ritual relajante antes de dormir. Para relajarse antes de ir a dormir, tome un baño tibio, escuche música relajante o practique una técnica de relajación como meditación, respiración profunda o algunos estiramientos de yoga.

[Escuche: Meditación para dormir]

Use los medicamentos para dormir con precaución. Los síntomas de COVID persistente, como el dolor, pueden interferir con su sueño por la noche, pero muchos somníferos o pastillas para dormir tienen efectos secundarios. Algunos pueden agravar otros síntomas, como la fatiga diurna o la dificultad para concentrarse.

Si se despierta durante la noche y no puede volver a dormir, realice una actividad tranquila y no estimulante. Intente leer un libro o escuchar música, por ejemplo. Recuerde mantener las luces tenues y evitar el uso de pantallas.

Cómo afrontar los pensamientos ansiosos durante la noche

Si las preocupaciones sobre su salud o bienestar le impiden dormir por la noche, intente escribir de forma breve sus temores específicos en un papel. Luego, posponga la preocupación que le ocasionan hasta la mañana, cuando estará más descansado y podrá trabajar mejor para encontrar una solución.

También existen estrategias que puede usar para afrontar la incertidumbre y aprender a enfrentar el futuro con más confianza.

Reduzca el dormir en exceso

En el caso del síndrome de fatiga crónica, una afección que comparte algunas similitudes con el COVID persistente, dormir en exceso rara vez mejora los síntomas. Por el contrario, dormir hasta tarde o hacer siestas durante el día puede interferir con la calidad del sueño por la noche y mantener el ciclo de falta de sueño y aumento de la fatiga diurna.

Para corregir el dormir en exceso:

  • Reduzca de forma gradual el tiempo que duerme durante el día y luego elimínelo. Comience por programar más descansos entre tareas y actividades para evitar cansarse tanto que sienta la necesidad de dormir.
  • Cuando decaiga su energía, en lugar de tomar una siesta durante el día, intente hacer actividad física o practicar una técnica de relajación como la meditación. Ambas le ayudarán a sentirse con más energía sin la somnolencia que suele aparecer después de despertar de una siesta.
  • Cuando haya dejado de dormir durante el día, comience a reducir la cantidad de horas que duerme por la noche. Puede hacerlo de forma gradual al acostarse un poco más tarde cada noche y al despertarse un poco más temprano cada mañana. También puede reemplazar el sueño perdido con relajación adicional.

Consejo 3: afronte la depresión por COVID persistente

Los sentimientos de desesperanza y desesperación pueden parecer abrumadores cuando se enfrenta a un problema de salud grave. La depresión puede hacer que se sienta como si viviera bajo una nube oscura, y cambiar su forma de pensar y de funcionar en sus actividades diarias. También puede manifestarse en síntomas físicos como fatiga, aumento o pérdida de peso, problemas de concentración, y dolores y molestias inexplicables.

Si el impacto del COVID persistente que padece incluye síntomas de depresión, no está solo. Un estudio de 2021 reveló que más del 50 por ciento de los adultos informaron sobre síntomas de depresión mayor después de haber tenido COVID-19.

Los investigadores han descubierto que incluso una infección leve por COVID-19 puede afectar el cerebro. Esto puede deberse a la inflamación creada por el virus, lo que resulta en cambios en el estado de ánimo, la energía y la memoria. Otros estudios sugieren que los pacientes de COVID persistente con depresión y ansiedad pueden tener un encogimiento en el área límbica del cerebro, la cual controla las respuestas emocionales.

Si todavía se siente agotado y abrumado varias semanas después de la infección por COVID, esto podría ser una señal de advertencia de una depresión por COVID persistente.

Cómo manejar los síntomas de la depresión por COVID persistente

Cuando está deprimido, es posible que se sienta lento, aletargado y físicamente agotado incluso después de las tareas más pequeñas. Y las cosas que pueden ayudarle a aliviar la depresión (como moverse y conectar con otras personas) suelen ser las más difíciles de hacer cuando se siente sin energía ni esperanza.

Sin embargo, hay pasos pequeños pero positivos que puede dar cada día para escapar de la depresión y mejorar cómo se siente.

[Lea: Cómo sobrellevar la depresión]

Dado que la salud física y mental están tan estrechamente relacionadas, si toma medidas para atender los síntomas de la depresión, es posible que también pueda reducir los efectos debilitantes de los síntomas físicos. La medida más importante que puede tomar es buscar ayuda lo antes posible. La depresión no desaparecerá por sí sola y no hay nada de malo en pedir ayuda y apoyo.

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Consejo 4: afronte otros cambios de humor

Aparte de la depresión, los cambios más comunes en el estado de ánimo y la salud mental que acompañan el COVID persistente son la ansiedad, el trauma, los trastornos del sueño, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC u OCD, por sus siglas en inglés) y un mayor riesgo de abuso de sustancias.

Ansiedad. Cuando está luchando contra el COVID persistente, es comprensible que se sienta ansioso o inseguro sobre qué tan pronto se recuperará, si sufrirá alguna complicación a largo plazo o cuándo podrá retomar por completo su antigua vida. Si bien la tensión, el malestar y la preocupación constantes pueden agotarle, hay medidas que puede tomar para aliviar la ansiedad. Crear un periodo de preocupación, cuestionar los pensamientos ansiosos y aprender a aceptar la incertidumbre pueden reducir significativamente la preocupación y calmar su mente ansiosa.

Depresión. Los sentimientos de desesperanza y desesperación pueden parecer abrumadores cuando se enfrenta a un problema de salud grave. La depresión puede hacer que se sienta como si viviera bajo una nube oscura, y cambiar su forma de pensar y de funcionar en sus actividades diarias. También puede manifestarse en síntomas físicos como fatiga, aumento o pérdida de peso, problemas de concentración, y dolores y molestias inexplicables. Pero existen formas de sobrellevar la depresión, mejorar el estado de ánimo y el bienestar físico y recuperar la esperanza.

Trauma. No es inusual experimentar estrés traumático después de padecer una enfermedad que amenaza la vida como el COVID-19, especialmente si estuvo hospitalizado y recibió cuidados intensivos. El estrés traumático puede destruir su sentido de seguridad, dejándole con una sensación de agotamiento físico y mental, abrumado por el dolor, e incapaz de dormir o concentrarse adecuadamente. A menudo, estos síntomas comenzarán a desaparecer de forma gradual a medida que la vida vuelva a la normalidad. Pero si no puede seguir adelante, es posible que necesite ayuda para el TEPT para recuperar su equilibrio emocional.

Estrés. Si bien los niveles de estrés altos pueden contribuir a la ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental, hay muchas cosas que puede hacer para reducir el estrés. Mientras afronta los síntomas de COVID persistente, intente reducir sus responsabilidades y aprenda técnicas de manejo del estrés sencillas pero efectivas que le ayudarán a sentirse más tranquilo y concentrado.

Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Tener pensamientos y comportamientos repetitivos y constantes puede ser angustiante, en particular cuando no se siente bien. Es posible que esté físicamente cansado, pero aun así no pueda dejar de lado estos pensamientos acelerados y prácticas habituales. Se han informado síntomas de TOC en 20 % de los adultos un mes después de ser hospitalizados por una infección por COVID-19. Pero hay medidas que puede tomar para reducir estos desencadenantes y hacer que su vida sea más manejable.

Abuso de sustancias. Tener COVID persistente puede provocar muchos factores de estrés diferentes todos los días. Puede resultar tentador recurrir a las drogas o al alcohol para ayudar a sobrellevar la depresión, la ansiedad o el malestar físico, por ejemplo. Sin embargo, esto a menudo crea una espiral descendente que solo empeora los síntomas del COVID. El abuso de sustancias también puede interferir con los sistemas cardiovascular y respiratorio, lo que puede prolongar aún más la recuperación del COVID persistente.

Última actualización o revisión el agosto 21, 2025