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Crianza de los hijos

Problemas de apego en los niños: causas, síntomas y tratamiento

Los problemas de apego pueden afectar el desarrollo, las relaciones y el bienestar general de su hijo. Pero, como padre o madre, hay maneras de superar el apego inseguro y preparar a su hijo para el éxito.

¿Qué son los problemas de apego?

Los problemas de apego se desarrollan en los niños pequeños cuando el vínculo de apego —la relación emocional que se desarrolla entre un bebé y su cuidador principal— se interrumpe o no se desarrolla de manera segura.

Dado que la calidad del vínculo de apego impacta profundamente el desarrollo de su hijo, experimentar problemas de apego puede afectar su capacidad para expresar emociones, desarrollar resiliencia, confianza y seguridad, y disfrutar de relaciones saludables. Algunos estudios muestran que el apego inseguro puede incluso contribuir a problemas de comportamiento, como el acoso escolar.

No importa cuán distante o inseguro parezca su hijo, ni cuánta frustración o agotamiento sienta por intentar conectar con él, es posible reparar un problema de apego. Con las herramientas adecuadas, y una buena dosis de paciencia y amor, puede establecer un vínculo con su hijo, moldear su desarrollo y ayudarle a construir relaciones saludables, significativas y amorosas.

[Lea: ¿Qué es el apego seguro y los vínculos afectivos?]

Problemas de apego vs. trastornos del apego

Los niños con problemas de apego tienden a caer en un espectro que va desde problemas leves hasta trastornos del apego. Si bien los problemas de apego leves suelen abordarse fácilmente, en casos de problemas de apego graves, a su hijo se le puede diagnosticar uno de dos trastornos del apego distintos:

Trastorno reactivo de apego (TRA). Un niño con TRA (RAD, por sus siglas en inglés) rara vez busca consuelo cuando está angustiado y frecuentemente se siente inseguro y solo. Puede ser extremadamente retraído, emocionalmente distante y resistirse a recibir consuelo. Puede apartarle, ignorarle o incluso actuar de manera agresiva cuando intenta acercarse. Lea: Trastorno reactivo de apego (TRA).

Trastorno de relación social desinhibida (TRSD). Con el TRSD (DSED, por sus siglas en inglés) un niño no parece preferir a sus padres por encima de otras personas, incluso desconocidos. Buscará consuelo y atención prácticamente de cualquier persona, y no mostrará angustia cuando el padre o la madre no esté presente. Si bien se muestran demasiado familiarizados con los extraños, los niños con TRSD frecuentemente tienen problemas para establecer conexiones significativas con los demás. Lea: Trastorno de relación social desinhibida (TRSD)

Ambos tipos de trastorno de apego son más comunes en niños pequeños que han sido traumatizados, maltratados, han pasado tiempo en hogares de acogida o en orfanatos, o se han separado de su cuidador principal después de haber establecido un vínculo, como en el caso de una estancia prolongada en el hospital. Estos niños pueden tener dificultades para relacionarse con los demás y pueden presentar retrasos en su desarrollo.

Causas de los problemas de apego

Alrededor del 35 por ciento de los bebés tiene alguna forma de apego inseguro. Las dificultades de apego ocurren cuando un niño no ha podido conectar de manera constante con el padre, la madre o el cuidador principal.

Si un niño pequeño se siente repetidamente abandonado, aislado, impotente o desatendido (sea cual sea la razón) aprenderá que no puede depender de los demás y que el mundo es un lugar peligroso y aterrador.

Esto puede suceder por muchas razones:

  • Un bebé llora y nadie responde ni ofrece consuelo.
  • Un bebé tiene hambre o está mojado, y no se le atiende durante horas.
  • Nadie mira, habla o sonríe al bebé, por lo que el bebé se siente solo.
  • Un niño pequeño recibe atención solo actuando de manera descontrolada o mostrando otros comportamientos extremos.
  • Un bebé o niño pequeño es maltratado, traumatizado o abusado.
  • A veces se satisfacen las necesidades del niño y otras veces no. El niño nunca sabe qué esperar.
  • Un bebé o niño pequeño es hospitalizado o separado de sus padres.
  • Un bebé o niño es trasladado de un cuidador a otro (como resultado de una adopción, hogares de acogida o la pérdida del padre o de la madre, por ejemplo).
  • El padre o la madre no está emocionalmente disponible debido a una depresión, enfermedad o abuso de sustancias.

A veces, las circunstancias que causan problemas de apego son inevitables, pero el niño es demasiado pequeño para entender lo que ha sucedido y por qué. Para un niño pequeño, simplemente parece que a nadie le importa. Puede perder la confianza en los demás y ver el mundo como un lugar inseguro.

Desarrollo de estilos de apego inseguros

Según la teoría del apego, diferentes circunstancias pueden llevar a diferentes tipos de estilos de apego inseguros:

Si el padre o la madre es a veces receptivo con el niño pero está ausente en otras ocasiones, el niño podría desarrollar un estilo de apego ambivalente (o ansioso-preocupado). Los niños con este estilo de apego pueden tener poca confianza y sentirse muy angustiados cuando se separan de su cuidador. Más adelante en la vida, pueden tener dificultades con la ansiedad en las relaciones, y volverse “empalagosos” o celosos.

Si el padre o la madre está frecuentemente ausente o distraído, el niño tiene más probabilidades de desarrollar un estilo de apego evitativo-despreciativo. Los niños con este estilo de apego han llegado a creer que no pueden confiar en los demás, y esto los lleva a evitar la intimidad más adelante en la vida.

[Lea: Cómo afectan los estilos de apego a las relaciones adultas]

El trauma o abuso infantil puede contribuir a un estilo de apego desorganizado (o evitativo-temeroso). En estos casos, un bebé podría ver al padre o a la madre como una fuente de consuelo, pero también como una amenaza. Esto puede llevar a desconfianza, hostilidad y falta de compromiso en relaciones posteriores.

Naturaleza vs. crianza

Los estudios de gemelos indican que la seguridad del apego está principalmente influenciada por el entorno del niño, más que por la genética. Sin embargo, es posible que ciertos niños sean genéticamente más vulnerables a desarrollar trastornos de apego, como el trastorno reactivo de apego.

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Señales y síntomas de los problemas de apego

Aunque nunca es demasiado tarde para tratar y reparar los problemas de apego, cuanto antes identifique los síntomas de apego inseguro y tome medidas para repararlos, será mejor. Si se detectan en la infancia antes de que se conviertan en problemas más graves, las dificultades de apego suelen ser fáciles de corregir con la ayuda y el apoyo adecuados.

Un bebé de 12 a 20 meses con apego inseguro puede:

  • Parecer emocionalmente indiferente a su ausencia o presencia.
  • Llorar inconsolablemente, incluso cuando intente consolarle.
  • Parecer temeroso o enojado cuando usted se va y regresa.

También puede usar los siguientes hitos del desarrollo para identificar dificultades tempranas de apego. Si su hijo no parece estar alcanzando estos hitos, consulte con su pediatra:

Alrededor de uno a dos meses de edad, su bebé debería devolverle la sonrisa cuando usted sonría y responder a los sonidos agudos que haga.

Alrededor de los cuatro meses, su bebé probablemente hará ruidos de manera intercalada con usted.

A los cinco meses de edad, le reconocerá de vista.

A los ocho meses, seguirá su mirada cuando usted mire algo. Esto se conoce como atención conjunta.

Entre los seis y doce meses de edad, su hijo debería comenzar a buscar activamente consuelo de usted y mostrar deseo de jugar. Cuando se separa de usted, parecerá molesto. También mostrará algo de ansiedad frente a los extraños, ya que será capaz de distinguir entre caras familiares y desconocidas.

Alrededor de los 12 meses, su bebé jugará juegos como a esconderse y reaparecer con usted y usará gestos para comunicarse de manera no verbal, como decir “hola”, “adiós” o “mira allá”.

Alrededor de los 15 meses, mostrará signos de empatía. Quizás se ponga triste cuando vea llorar a un hermano.

Entre los 18 y 24 meses de edad, el bebé jugará a imitar con juguetes, como simular una conversación en un teléfono de juguete o alimentar a una muñeca.

Señales de problemas de apego en niños mayores

En los niños en edad escolar, las señales de dificultades de apego pueden aparecer en sus interacciones con hermanos y compañeros de clase. Los niños con apego inseguro pueden ser:

  • Retraídos de los demás y reacios a unirse a actividades grupales.
  • Excesivamente dependientes de los demás.
  • Rápidos para comportarse de manera inapropiada para llamar la atención.
  • Propensos a acosar a sus compañeros o ser desafiantes con los padres y maestros.
  • Hipervigilantes y fácilmente estresados.
  • Emocionalmente volátiles, mostrando frecuentemente ira, desesperación o miedo extremos.

Consejos para criar a un niño con problemas de apego

Criar a un niño con apego inseguro puede ser frustrante y emocionalmente agotador. Puede ser difícil dar lo mejor de usted como padre o madre sin la seguridad de una conexión amorosa con su hijo. A veces incluso puede preguntarse si sus esfuerzos valen la pena. Pero con tiempo, paciencia y un esfuerzo constante, los problemas de apego pueden repararse.

[Lea: Cómo crear un vínculo de apego seguro con su bebé]

La clave es mantenerse calmado pero firme y receptivo mientras interactúa con su hijo. Esto le enseñará a su hijo que está seguro y que puede confiar en usted.

Consejo 1: Prepárese emocionalmente

Un niño con apego inseguro ya está experimentando una gran cantidad de estrés, por lo que es importante que evalúe y controle sus propios niveles de estrés antes de intentar ayudar a su hijo con el suyo. El Kit de herramientas de inteligencia emocional gratuito de HelpGuide le puede enseñar habilidades valiosas para manejar el estrés y lidiar con emociones abrumadoras, para permitirle enfocarse en las necesidades de su hijo.

Para ayudar a un niño con problemas de apego, también es importante:

Tener expectativas realistas. Ayudar a su hijo puede ser un camino largo. Concéntrese en dar pequeños pasos hacia adelante y celebre cada señal de éxito.

Mantener la paciencia. El proceso puede no ser tan rápido como le gustaría y puede esperar algunos obstáculos en el camino. Pero, al mantener la paciencia y enfocarse en pequeñas mejoras, crea un ambiente de seguridad para su hijo.

Fomentar el sentido del humor. La alegría y la risa son fundamentales para reparar los problemas de apego y proporcionarle energía, incluso en medio del trabajo arduo. Encuentre al menos un par de personas o actividades que le hagan reír y sentirse bien.

Cuidarse. Reduzca otras exigencias de su tiempo, tómese tiempo para usted y controle el estrés. El descanso, una buena nutrición y los descansos de la crianza le ayudarán a relajarse y recargar energías para poder dar toda su atención a su hijo.

Encontrar apoyo. Confíe en amigos, familiares y recursos comunitarios. Intente pedir ayuda antes de que realmente la necesite para evitar llegar al punto de agotamiento. También puede considerar unirse a un grupo de apoyo para padres.

Mantener una actitud positiva y esperanzada. Sea sensible al hecho de que los niños perciben los sentimientos. Si perciben que usted está desanimado, eso también será desalentador para ellos. Cuando se sienta decaído, busque apoyo en los demás.

Consejo 2: Proporcione estabilidad y seguridad

La seguridad y la estabilidad son cuestiones fundamentales para los niños con problemas de apego. Están distantes y desapegados porque se sienten inseguros en el mundo. Mantienen la guardia alta para protegerse, pero eso también les impide aceptar el amor y el apoyo.

Es esencial fortalecer el sentido de seguridad de su hijo. Puede lograr esto estableciendo expectativas claras y reglas de comportamiento, y respondiendo de manera consistente para que su hijo sepa qué esperar cuando actúe de cierta manera y, lo que es aún más importante, sepa que, pase lo que pase, puede contar con usted.

Establezca límites y barreras. Los límites consistentes y amorosos hacen que el mundo parezca más estable y predecible, y menos aterrador para los niños con dificultades de apego. Es importante que comprendan qué comportamiento se espera de ellos, qué es y qué no es aceptable, y las consecuencias si ignoran las reglas. Esto también les enseña que tienen más control sobre lo que les sucede.

Tome el control, pero mantenga la calma cuando su hijo esté molesto o se porte mal. Recuerde que el “mal” comportamiento significa que su hijo no sabe cómo manejar lo que está sintiendo y necesita su ayuda. Al mantener la calma, le muestra a su hijo que el sentimiento es manejable. Si se muestra desafiante a propósito, cumpla con las consecuencias preestablecidas de manera tranquila y objetiva. Pero nunca discipline a un niño con un problema de apego cuando usted esté emocionalmente alterado. Esto hace que el niño se sienta más inseguro e incluso puede reforzar el mal comportamiento, ya que es claro que a usted le irrita.

Esté disponible de inmediato para reconectarse después de un conflicto. El conflicto puede ser especialmente perturbador para los niños con problemas de apego. Después de un conflicto o berrinche en el que le haya tenido que disciplinar, esté listo para reconectar tan pronto como su hijo lo esté. Esto refuerza su consistencia y amor, y ayudará a su hijo a desarrollar la confianza de que usted estará ahí en las buenas y en las malas.

[Lea: Habilidades de resolución de conflictos]

Reconozca los errores e inicie la reparación. Cuando permita que la frustración o la ira se apodere de usted, o haga algo que se dé cuenta de que es insensible, aborde rápidamente el error. Su disposición a asumir la responsabilidad y enmendar el error puede fortalecer el vínculo de apego. Los niños con problemas de apego necesitan aprender que, aunque usted no sea perfecto, los amará sin importar lo que pase.

Intente mantener rutinas y horarios predecibles. Un niño con problemas de apego puede sentirse amenazado por la transición y la inconsistencia (por ejemplo, cuando viaja o durante las vacaciones escolares). Una rutina o un horario familiar puede proporcionar consuelo durante los tiempos de cambio.

Consejo 3: Apoye la salud de su hijo

Los hábitos de alimentación, sueño y ejercicio de su hijo siempre son importantes, pero lo son aún más para los niños con problemas de apego. Los hábitos de vida saludables pueden ser de gran ayuda para reducir los niveles de estrés de su hijo y nivelar los cambios de humor. Cuando los niños con problemas de apego están relajados, descansados y se sienten bien, será mucho más fácil para ellos afrontar los desafíos de la vida.

Dieta. Asegúrese de que su hijo coma una dieta saludable, llena de cereales integrales, frutas, verduras y proteínas magras. Asegúrese de evitar el azúcar y agregar muchas grasas buenas, como pescado, semillas de linaza, aguacates y aceite de oliva, para una salud cerebral óptima.

[Lea: Alimentación saludable para niños]

Sueño. Si su hijo está cansado durante el día, le será mucho más difícil concentrarse en aprender cosas nuevas. Hacer que su horario de sueño (hora de acostarse y de levantarse) sea consistente puede ayudar a aliviar los problemas de sueño en la infancia.

Ejercicio. Cualquier tipo de actividad física proporciona un gran antídoto contra el estrés, la frustración y las emociones reprimidas, ya que desencadena la liberación de endorfinas que hacen que su hijo se sienta bien. La actividad física es especialmente importante para un niño enojado. Si su hijo no es naturalmente activo, pruebe con diferentes clases o deportes para encontrar algo que le resulte atractivo.

Cualquiera de estas cosas (alimentación, descanso y ejercicio) puede marcar la diferencia entre un buen y un mal día para un niño con dificultades de apego. Estos aspectos básicos ayudarán a asegurar que el cerebro de su hijo esté saludable y listo para establecer conexiones.

Consejo 4: Haga que su hijo se sienta amado

Un niño que no ha creado vínculos tempranos en la vida tendrá dificultades para aceptar el amor, especialmente las expresiones físicas de afecto. Pero puede ayudarle a aprender a aceptar su amor con tiempo, consistencia y repetición. La confianza y la seguridad surgen al observar acciones amorosas, escuchar palabras reconfortantes y sentir consuelo una y otra vez.

Identifique las acciones que hagan sentir bien a su hijo. Si es posible, demuéstrele su amor meciéndole, abrazándole o sosteniéndole; que son experiencias de apego que quizá se haya perdido en etapas tempranas. Pero siempre respete lo que le resulte cómodo y agradable a su hijo. En casos de abuso, negligencia o trauma previos, puede ser necesario avanzar muy lentamente, ya que su hijo podría resistirse al contacto físico.

Tome en cuenta sus señales no verbales. Su lenguaje corporal puede enviar todo tipo de mensajes positivos y negativos. Por ejemplo, cuando sea posible, mantenga el contacto visual al hablar con su hijo. Si con frecuencia parece distraído o desinteresado, su hijo notará su falta de atención.

Ayude a su hijo a identificar emociones y expresar sus necesidades. Los niños con problemas de apego pueden no saber qué sienten o cómo pedir lo que necesitan. Reafirme la idea de que todos los sentimientos son válidos y enséñele formas saludables de expresar sus emociones.

Escuche, hable y juegue con su hijo. Dedique tiempo en el que pueda brindarle toda su atención de manera enfocada y en formas que le resulten cómodas. Aunque pueda parecer difícil dejar todo de lado, eliminar distracciones y simplemente vivir el momento, pasar tiempo de calidad juntos ofrece una excelente oportunidad para que su hijo se abra a usted y sienta su atención y cuidado enfocados.

Tratamiento profesional

Si su hijo sufre un problema grave de apego o cualquiera de los tipos de trastorno de apego, es importante buscar ayuda profesional. El apoyo adicional puede generar un cambio positivo y significativo en la vida de su hijo y, cuanto antes busque ayuda, es mejor.

Comience por consultar con su pediatra, un especialista en desarrollo infantil o una organización que se especialice en el desarrollo infantil o los trastornos del apego.

El tratamiento para problemas y trastornos de apego generalmente combina terapia, orientación y educación para los padres. Estos enfoques están diseñados para garantizar que su hijo tenga un entorno de vida seguro, mejore sus relaciones con sus compañeros y desarrolle interacciones positivas con usted, su padre, madre o cuidador.

Aunque pueden utilizarse medicamentos para tratar afecciones asociadas, como depresión, ansiedad o hiperactividad, no existe una solución rápida. Su pediatra podría recomendar un plan de tratamiento que incluya:

Terapia familiar. La terapia típica para problemas de apego incluye tanto a su hijo como a usted. Con frecuencia, esta terapia implica actividades divertidas y gratificantes que fortalecen el vínculo de apego y ayudan a los padres y a otros niños de la familia a comprender los síntomas del trastorno y las intervenciones efectivas.

Orientación psicológica individual. Los terapeutas también pueden reunirse con su hijo de manera individual o mientras usted observa. Esto está diseñado para ayudar a su hijo directamente a gestionar sus emociones y comportamientos.

Terapia de juego. Ayuda a su hijo a aprender habilidades apropiadas para interactuar con sus compañeros y manejar otras situaciones sociales.

Servicios de educación especial. Programas específicamente diseñados dentro de la escuela de su hijo pueden ayudarle a adquirir las habilidades necesarias para el éxito académico y social, además de abordar dificultades de comportamiento y emocionales.

Clases de habilidades para padres. La educación para padres y cuidadores se centra en aprender sobre problemas de apego, así como otras habilidades necesarias para la crianza.

Criar a un niño con problemas de apego puede ser una experiencia desafiante pero gratificante. A medida que le brinde amor constante y atención consciente, verá cómo se transforma en una persona segura y con confianza en sí misma.

Líneas de ayuda y apoyo

Última actualización o revisión el agosto 21, 2025